Chile: El día después en el Trabajo Infantil

Publicado en por Ivonne Leites. - Atea y sublevada.

14 de junio de 2011

POR NESTOR MORALES

 

              

 

El pasado domingo 12 de junio celebramos el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil. Hubo fotos y compromisos con abrazos televisados en prime time. Pero un par de días después, las cosas están más o menos como empezamos. 81 millones de niñas, niños y adolescentes son pobres en América Latina. Esto es, 45% del total de la población de menores de edad del continente a lo menos carecen de un derecho básico (vivienda, acceso a la salud, agua potable, educación o alimentación, entre otros). Este sería un dato más o un desafío, según cuanto le importe a UD palabras como protección, desarrollo o solidaridad, si no existiese un juego de correlaciones que me parecen importantes de señalar en pocas líneas para molestar a nuestras ocupadas conciencias y obligarnos a poner nuestras mentes a trabajar para dar solución al problema de la pobreza y dotar de criterios de urgencia a nuestras acciones para colaborar con aquellos y aquellas que trabajan día a día por transformar su pobreza.

Existe, como decía, un juego de correlaciones que es fundamental considerar a y aprender para el diario vivir. Ya sea que trabaje usted en el sector privado, en la industria, los gobiernos, la educación o el deporte, sepa que la primera correlación de la pobreza en los niños y niñas es el inicio del trabajo infantil; que del total de niños que trabajan en Latinoamérica, al menos un 70% proviene de familias que trabajan en el sector informal. Aún más: el desempleo o cesantía masculina de jefes de hogar se correlaciona directamente con el trabajo infantil al menos en un 46% en nuestro continente. Más de la mitad de los niños y niñas que trabajan no asisten regularmente a la escuela (que como decíamos es un derecho básico y si se vulnera, lo convertimos en pobreza). Una correlación atroz es la del aumento de población inmigrante infantil latinoamericana en países con alto crecimiento dentro de la región, que ha venido aumentando las tasas de comercio y explotación sexual de niños, especialmente de niñas y adolescentes mujeres afrodescendientes, situación que se hace aun más grave en países como Brasil, Argentina y Chile.

Las mayores correlaciones de trabajo infantil, de las peores formas de trabajo infantil y peligroso, esto es, aquellos trabajos que pueden causar un perjuicio en la salud física, mental o moral de las niñas y niños, se encuentran en las industrias clásicas de América Latina. Esto es: pequeña minería, agricultura y comercio. En estas actividades se impide muchas veces la asistencia a la escuela, existe separación de sus padres y familias, se trabaja en condiciones de horario y garantías abusivas (trabajo nocturno, inexistencia de seguridad social o seguros de salud), todo lo cual configura un panorama que se aleja del trabajo justo y se acerca vertiginosamente a formas de esclavitud pura y dura.

Pero no sólo ocurre en actividades menores, familiares u ocultas. El problema también es traspasable a las grandes empresas mineras, del retail y manufactureras (las más grandes violaciones a los derechos de la infancia en el mundo empresarial los producen las empresas jugueteras). Existen hoy iniciativas interesantes de algunos bancos europeos y otras instituciones que buscan generar indicadores de sustentabilidad con variables como lucha contra el trabajo infantil no sólo en las grandes corporaciones sino también poniendo énfasis en las cadenas de distribuidores y de proveedores, dotando a los productos de una trazabilidad humana beneficiosa.

Pero existen también, algunas correlaciones positivas como por ejemplo la correlación directa entre crecimiento económico y disminución de trabajo infantil. En la medida que hombres jóvenes y mujeres jefas de hogar acceden a trabajos en sector formal es posible que los niños y niñas puedan suplir necesidades básicas y acceder a la escuela donde se reproduce el acceso a otros bienes básicos y de calidad alejándoles de la situación de pobreza (Chile, Argentina, Uruguay poseen tasas de 10-15% de pobreza infantil y crecimientos sostenidos en el tiempo).

Pero este es un juego de doble faz, toda vez que la escuela inicial y secundaria provee bienes básicos o abre la red para acceder a ellos pero, al final del ciclo, vuelve a reproducir las iniquidades a las que prometía responder en un inicio. Un esfuerzo, entonces, de parte de los gobiernos, es buscar en la educación modelos de sustentabilidad en la transformación de la pobreza y ganar la partida al trabajo infantil.

También es fundamental trabajar por mejorar la legislación de infancia en los países del continente, transformar las instituciones afectas a las temáticas de infancia que están rezagadas y obsoletas, crear la figura de defensor del menor, incluir a los pueblos originarios en los beneficios sociales respetando la identidad de pueblo y fortalecer la protección de menores frente a las peores formas de trabajo infantil. Es necesario urgir a las grandes empresas para controlar a sus proveedores y distribuidores finales. Todas estas buenas prácticas nos ayudarían a alcanzar la meta del 2016 sin trabajo infantil en la región y en un plazo, ojala no mayor, terminar con la pobreza de todas y todos, especialmente de niñas, niños y adolescentes. Estas, sentimos, son metas posibles, necesarias y justas.

Fuente: elquintopoder.cl

 

Tomado de

Semanario Alternativas

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