Colombia: La miseria intelectual de los periodistas oficiales

Publicado en por Ivonne Leites. - Atea y sublevada.

| Por: Simón Bolívar | Filósofo U. Nacional |

La miseria intelectual de los periodistas Darío Fernando Patiño, Darío Arizmendi, Gustavo Gómez y Felipe Zuleta, quedó una vez más puesta en evidencia merced a la solidez de ideas y de propósitos expuestos por los estudiantes Sergio Fernández y Boris Duarte de la Universidad Nacional de Colombia, durante el debate auspiciado por la alianza Caracol y El Espectador, el pasado martes en la mañana.

Palabras-clave como “Juco”, “Piedad”, “izquierda”, guerrilla”, “paro”, “Polo”, “comunista” fueron reiteradas sin cesar por los periodistas, cuya labor se limitó al pobre expediente policivo de tratar de intimidar y estigmatizar a los estudiantes de las universidades públicas, con el objeto de “hacerlos quedar mal ante la audiencia nacional” que a esa hora escuchaba y veía con impaciencia el debate para entender hacia dónde seguiría ahora el movimiento estudiantil.

Las respuestas de los estudiantes, siempre serenas y fruto de una fecunda interlocución, terminaron por exasperar al señor Patiño, quien huérfano de argumentos y exasperado por la contundencia conceptual de aquéllos, acabó por calificarlos de “arrogantes”.

No cabe duda de que el arrogante señor Patiño no sabe lo que quiere decir dicho adjetivo, pero lo que todo el mundo entendió fue que al estar los estudiantes enseñándole ciencia política, teoría social y sentido común a un grupo de periodistas veteranos la única salida era el adjetivo descalificador. Con un poco de psicoanálisis criollo podríamos interpretar que lo que quiso decir el periodista fue: “ustedes saben mucho, chinos; me tienen descrestado… y ahora… ¿quién podrá defenderme?”

Ante la insidiosa y capciosa pregunta del otro Darío acerca de la eventual infiltración de la guerrilla en el movimiento estudiantil, uno de los estudiantes le respondió con sutil agudeza que si el actual presidente, otrora ministro de defensa, no había podido evitar ni los “falsos positivos” ni las “chuzadas”, mucho menos los estudiantes podrían evitar algo que a todas luces escapa a sus facultades.

El más intelectual de los periodistas, esto es, el señor Zuleta, en socrática actitud les cuestionó a los estudiantes su terco rechazo a que las discusiones en torno a la educación pública se den en el escenario natural del Congreso. Los estudiantes, sin hacer esfuerzo intelectual alguno, por tratarse de una perogrullada, le dijeron que el escenario natural y por antonomasia de la democracia es el constituyente primario, la gente y la calle, y que además existe el recurso al plebiscito o al referendo, y que no hay peor analfabeta que el analfabeta político, y más aún: “que es posible creer que la universidad en Colombia puede ser gratuita, pública y de altísima calidad”

El denodado esfuerzo ideológico de los periodistas por deformar los hechos y las intenciones fracasó a instancias de su propia precariedad intelectual, toda vez que su retórica derechista, vacía de complejidad, fue incapaz durante una hora de hilar un argumento en dos renglones que les permitiera contradecir con juicios objetivos las razones de los estudiantes.

Para los estudiantes es claro que la financiación de la universidad pública se puede sacar de tres fuentes, esto es, de los recursos del pago de la deuda externa (40 billoncitos al año) del presupuesto para la defensa nacional (ya se sabe, pero ruboriza repetirlo) y de las exenciones tributarias. Las multinacionales, por ejemplo, le dejan de pagar al estado colombiano cerca de 9 billones de pesos al año gracias a las exenciones tributarias que la ley les otorga… y a pesar de todos los documentados debates y denuncias que el Senador Robledo hace permanentemente en el Congreso.

Añadieron los estudiantes que mientras un estudiante de universidad pública le cuesta al país 3 millones de pesos, un soldado vale 18 millones, es decir, 6 veces más. Y con la ley que la doctora Campo quería sacar adelante, la inversión por estudiante caía a la mitad.

Los estudiantes aprovecharon la ocasión que sus débiles contertulios les prodigaron para rechazar la propuesta de Facho Santos, el electrocutador, y se preguntaron qué hubiese pasado si cualquier otra persona, que no tuviese el apellido Santos, hubiese planteado tan vil iniciativa.

A este respecto, es evidente una vez más el sesgo ideológico derechista del periodismo en Colombia, cuya complaciente actitud con los poderes de turno, hace que su rechazo al director de RCN se limite a decir que “condena dichas propuestas”, “que Pachito siempre tan ocurrente”, que “no hay que ponerle cuidado”, en fin “que Pachito es fronterizo”, en tanto que ese mismo periodismo repite acucioso y despectivo que “Alfonso Cano, el guerrillero abatido, era antropólogo de la Universidad Nacional”, que Timochenko es médico de la Nacional, que se paralizó Transmilenio al frente de la Nacional , que colapsó la movilidad por la marcha de los estudiantes, con el soterrado propósito de enlodar y demonizar a la Universidad Nacional, a sus estudiantes y a la educación pública en general.

¿Será que este mismo periodismo no se ha enterado en qué universidades estudiaron los congresistas de la parapolítica que ahora atienden desde su sede campestre en la Picota ? ¿Será que Samuelito, Uribito, los Nulecitos estudiaron en la Universidad Nacional ? La respuesta es NO.

Todos estos personajes han estudiado en la Universidad de los Andes, en la Javeriana, en El Rosario, y en un largo etcétera de prestigiosas universidades privadas, tanto de Colombia como del exterior. Cualquier Godofredo Cínico Caspa podría exclamar, al ver semejante espectáculo de cuellos blancos, egresados de dichas universidades: “Qué jodentud es la que estamos formando, caray; en mis tiempos leíamos el catecismo del padre Astete y la urbanidad de Carreño. Y pensar que hoy sólo leemos a Milton Friedman, Hayek, von Mises y al impoluto Rupert Murdoch, todos ellos ídolos del decano de economía de la Universidad de los Andes, qué horrorch.”

Lo que viene ahora, sostienen los estudiantes, es la pelea más decisiva y digna en el país, sin importar que eso les cueste un semestre, ya que la dignidad no tiene nada que ver con esta o aquélla necesidad o urgencia particular. La dignidad, por el contrario, es una apuesta al futuro, es decir, a garantizarles a los estudiantes de la generación que viene que la educación tiene que seguir siendo un derecho y no una mercancía vendida a plazos por los bancos. Con el retiro de la reforma del Congreso, pese a la contumacia de la ministra, la universidad pública se salvó de ser liquidada y vendida al mejor postor.

En tratándose del ministro Vargas Lleras, quien también amenazó a los estudiantes en su momento conminándolos a suspender el paro so pena de aprobar a pupitrazo limpio la reforma, como bien lo recordó uno de los estudiantes durante el mencionado debate, cabría decir hoy que ese tipo de actitudes le hacen un “flaco favor” a la democracia, por arrogantes e intransigentes. La educación pública, hay que reiterarlo, no es una dádiva que los privilegiados les conceden a los excluidos. Es, más bien, y por encima de todo, un derecho que se nutre y se financia con los impuestos directos e indirectos de todos los colombianos.

Es de recordar que durante el citado debate los estudiantes fueron enfáticos en señalar que los miembros de la llamada Unidad Nacional ni siquiera habían leído el proyecto de reforma a la educación superior, que enhorabuena fue retirado del Congreso: “Siempre refutamos sus ideas, uno se daba cuenta que no lo habían leído, ni siquiera la exposición de motivos.”

Cabe sospechar que la reacción de la derecha colombiana se va a sentir muy pronto promoviendo marchas y plantones en contra de los estudiantes. Para ello recurrirán también a formar su propio “movimiento estudiantil de derechas” cuyo melodramático estribillo canturreará: “No vine porque quise, sino porque me pagaron”

FUENTE: http://www.fundacionwalterbenjamin.org.co

 

el salmon urbano

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