México: Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad
COBERTURA ESPECIAL DE DESINFORMÉMONOS
Desmilitarización, juicio político a Calderón y resistencia civil, acuerdan en Juárez
Después de una larga jornada, la penúltima de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, cientos de personas y organizaciones iniciaron la firma del Pacto Nacional.
Foto: Murphy Woodhouse
En campo algodonero
Ciudad Juárez, Chihuahua. Después de una larga jornada, la penúltima de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, cientos de personas y organizaciones iniciaron la firma del Pacto Nacional, un documento que tiene como piso la desmilitarización del país, que no menciona un posible diálogo con el gobierno federal y que añade, entre otros puntos, la petición de juicio político contra el presidente Felipe Calderón y el rechazo a la Iniciativa Mérida. Se impuso así la historia de Ciudad Juárez; la firmeza de sus organizaciones; la enorme experiencia adquirida, sin pedirla, al ser la ciudad con mayor violencia de todo el país, el epicentro del dolor, como la nombra el poeta Javier Sicilia. “A Juárez ya no le cuentas nada. Ya fuimos y venimos”, resume un activista del Frente Plural Ciudadano.
Juárez representó desde el primer momento una tendencia importante al interior del movimiento. Para algunos, la firme postura de los juarenses y de organizaciones como la Coordinadora Metropolitana contra la Militarización y la Violencia, en torno a temas como la desmilitarización y el perfil de la interlocución con el gobierno, fue “radical”; para otros, los más, eran puntos centrales en los que el movimiento no podía ceder, a pesar de que Javier Sicilia insistiera en la necesidad de dialogar con las autoridades, “aunque a muchos no les guste”. Esta postura es avalada por la comitiva de familiares de las víctimas que acompañan la caravana, pero no representa el consenso del movimiento.
Alrededor de las diez de la noche, el obispo de Saltillo, Raúl Vera; el poeta Javier Sicilia; el padre Miguel Concha; el ex vicario de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Gonzalo Ituarte; Oscar Enríquez, del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, y algunos de los familiares víctimas como Julián Le Barón, de Chihuahua, y Teresa Carmona, de Cancún, firmaron el pacto. Una enorme fila de juarences y personas y organizaciones de la Caravana por Justicia y Dignidad hicieron lo propio.
Otro de los acuerdos alcanzados fue la planeación de una nueva caravana, esta vez con destino al sur, con el fin de visibilizar las condiciones de pobreza y violencia que prevalecen en esa región del país, además de la exigencia de una nueva política social para los jóvenes, los derechos indígenas y el reclamo de avances en la democracia participativa.
La movilización se concentró en la explanada del monumento a Benito Juárez, luego de que se realizó la discusión de las mesas de trabajo en las instalaciones de la Universidad local, donde el punto más conflictivo fue acordar la relación del movimiento nacido hace dos meses con Felipe Calderón, tema que estuvo presente durante todos los actos y en no pocos momentos generó tensión.
Javier Sicilia inició el debate en las mesas de trabajo señalando que Calderón es un presidente tremendamente débil, que llegó al cargo con grandes sospechas de ilegitimidad y es el principal responsable de esta guerra, aunque, dijo, no es el único, pues también son culpables los partidos polìticos y el Congreso, por habérselo permitido.
La séptima jornada arrancó en el tristemente recordado campo algodonero, lugar de cultivo hace unos años y hoy completamente urbanizado, en el que 8 cuerpos de mujeres fueron encontrados enterrados en el 2001. Aquí, Evangelina Arce, representante de madres con hijas víctimas de feminicidio o desaparecidas, dijo: “no queremos chivos expiatorios, sino que las autoridades arresten a los verdaderos culpables”. En este lugar se reunieron cerca de mil personas, quienes con veladoras, cruces rosas y decenas de globos blancos recordaron a las víctimas y exigieron el esclarecimiento de los asesinatos.
Después del acto en campo algodonero, la Caravana se traladó a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez para acordar los términos del Pacto Nacional. Paralelamente, Sicilia ofreció una conferencia de prensa en la que aclaró que el objetivo final es mandatar a los gobernantes a agilizar las reformas que requiere el país para salir de esta crítica situación creada por la guerra contra el narcotráfico.
Las tendencias que se revelearían más tarde en la discusión en las mesas, surgieron desde las preguntas de la prensa local, que le cuestionó al poeta los alcances de una negociación con el gobierno que en Juárez ya se intentó sin ningún resultado. La respuesta de Sicilia fue: “aunque no nos gusten las autoridades que están al frente de las instituciones, es con ellas con las que tenemos que discutir”.
Estación Ciudad Juárez
Voces en caravana
Pacto Nacional Ciudadano
Realización: Sergio Castro Bibriesca
Escucha (35’29”)
“Bienvenidos al infierno”: Ciudad Juárez
Entre gritos, llanto, canciones, consignas y pancartas de apoyo, el convoy motorizado integrado por 17 autobuses y decenas de vehículos particulares, llega a Ciudad Juárez.
Fotos: Murphy Woodhouse y Clayon Conn
Durante el acto en Chihuahua, Chihuahua
Ciudad Juárez, Chihuahua. Miles de personas salieron a recibir en esta ciudad a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, en lo que ha sido la bienvenida más numerosa y emotiva del recorrido que inició en Cuernavaca, Morelos y luego de atravesar nueve entidades en seis días arribó al “epicentro del dolor”, como lo nombró el poeta Javier Sicilia, articulador de la movilización.
Con gritos, llanto, canciones, consignas y pancartas de apoyo, el convoy motorizado integrado por 17 autobuses y decenas de vehículos particulares, se detuvo en el puente de entrada a Ciudad Juárez, donde ya los esperaba Luz María Dávila, la mujer a la que le asesinaron a dos hijos en la matanza de Villas de Salvárcar y enfrentó al presidente Felipe Calderón en su visita a esta ciudad fronteriza, emblemática de la violencia en todo el país. Hace 17 meses esta valiente mujer le espetó a Calderón: “Usted no es bienvenido”, grito que se revirtió en esta ocasión al abrazar a Sicilia y colgarle un rosario en el cuello, teniendo como fondo una gigantesca manta en la que se leía: “Sicilia, tú si eres bienvenido”.
Placa colocada en Chihuahua, Chihuahua en memoria de la activista Marisela Escobedo
Las consignas se han hecho más combativas conforme la comitiva ha ido avanzando. En esta ciudad fueron claras y fuertes: “Con la sangre no se negocia”, le gritan innumerables voces a la parte visible de los organizadores de la movilización. “Lo que pasa – dice una activista integrante del Frente Plural Ciudadano de Ciudad Juárez- es que aquí ya fuimos y ya venimos de regreso. Ya pasamos por el duelo, las protestas, los cantos, los rezos, las veladoras, la exigencia de que los gobiernos nos escuchen. Juárez ya lloró, ya rezó, ya pasamos por todo y nos encontramos en otro momento, en el de la organización, la articulación y la reflexión de los siguientes pasos”.
Durante la entrada de la caravana a Ciudad Juárez
“Bienvenidos al infierno”, dice una pancarta. En otra se lee “Gobierno narco, perro no come carne de perro”. Una más dice: “Desmilitarización Ya” y otra “Vivir en Juárez es resistir”. La fuerza de las demandas se mezcla con la algarabía de la gente al paso de la caravana. Familias completas salen a las abandonadas calles para vitorear a los cientos de personas que devuelven el saludo desde las ventanillas de los autobuses. El recorrido del puente a la colonia Villas de Salvárcar es una mezcla de entusiasmo y desolación. Se observan cascarones de casas y maquilas, negocios abandonados y parques desiertos. La estampa de una ciudad que “no vive, sino sobrevive”, como dicen las pancartas.
Un enorme y hasta fastuoso deportivo, obra calderonista hecha después de la matanza en la colonia Villas de Salvárcar, en la que un comando asesinó a 15 jóvenes durante una fiesta, cobija el acto de bienvenida a esta ciudad. Después del recibimiento inicia el desglose del horror, la narración que a ratos parece interminable de muertos y desaparecidos. Se habla de los casos más emblemáticos: familiares de los muertos de Salvárcar, de las mujeres que agrandan las estadísticas de los feminicidios. Todos se refieren a la impunidad, la falta de justicia, la complicidad de las autoridades y al Ya Basta colectivo. La gente convocada responde con gritos de “Juárez no está sola, venimos a apoyar” y el canto improvisado que al ritmo de batucada se ha convertido en el símbolo de la movilización: “basta ya de guerra, queremos ya la paz”.
Durante la entrada de la caravana a Ciudad Juárez
Entre el público, desde el Estado de México, aparece Trinidad Ramírez, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de Atenco: “Veo muy fuerte este movimiento que nació de la injusticia y se alimenta del amor. Hay mucha gente que está luchando por cambiar la situación, muchas mujeres, y eso nos ayuda a construir esperanza. El verdadero cambio está en la auto organización. No debemos confiar en el gobierno, su desprecio hacia nosotros nos es de apenas. La única solución está en nosotros mismos”, dice esta mujer que a todas luces sabe de lo que habla.
Guadalupe Apodaca, tía de Patricia Jazmín Ibarra, quien desapareció en Ciudad Juárez cuando se dirigía a una entrevista de trabajo, advierte que en esta ciudad fronteriza “todo empeoró desde que llegó el ejército y los federales, pues ellos también están involucrados en los crímenes, los secuestros, los robos. Esta caravana, significa para nosotros los juarenses una esperanza de ayuda para que haya justicia y se termine, de una vez por todas, la violencia que está terminando con nuestras vidas”. Por su parte, Alonso Encina Herrera, habitante de Villas de Salvárcar, señala que la llegada de la Caravana “representa una luz, una esperanza para poder juntos salir adelante, no sólo Chihuahua, sino toda la nación”.
En entrevista para Desinformémonos, Oscar Barraza, sobrino de la profesora Ana Isela Martínez, explicó que a su tía “la detuvo un retén cuando cruzaba hacia Texas, y los soldados le sembraron droga, la enjuiciaron de manera completamente irregular y le dictaron auto de formal prisión sin que se hiciera ninguna investigación. Ana es una mujer muy comprometida, gracias a su trabajo recibió el premio de maestra del año en El Paso, y es inocente de los cargos que se le imputan”.
Jóvenes recibiendo a la caravana en Chihuahua, Chihuahua
Como se ha hecho costumbre en los actos de la Caravana, el poeta Javier Sicilia, cuyo hijo Francisco fue asesinado en Cuernavaca junto a otros seis jóvenes, finaliza la jornada con un breve discurso. La expectativa por sus palabras crece y cuando le toca el tuno el público enmudece. Por eso Teresa Carmona, integrante de la Caravana originaria de Cancún y cuyo hijo – estudiante de arquitectura de la UNAM – fue asesinado en la Ciudad de México, advierte que “es importante recalcar que Sicilia no es un héroe, sino un compañero más. No es justo para él tener que cargar con toda la responsabilidad, no es justo para él, ni para la demás gente del movimiento; todos estamos igual de cansados”.
Mientras espera su turno en el acto, Luz María Dávila, la mujer encargada de dar la bienvenida a la Caravana, señala a Desinformémonos que este movimiento ciudadano “significa mucho para los juerenses. Hay que estar unidos y apoyarnos unos a los otros para que en verdad se logre un cambio y Juárez y el país salgan adelante”.
Al finalizar el acto, Julián Le Barón lamenta que los medios de comunicación casi no estén dando cobertura a la caravana. “Deberíamos estar nosotros en las noticias, en lugar de los muertos y la sangre”, señala.
Emotivo homenaje a Marisela Escobedo en Chihuahua
La sexta jornada de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad se enmarcó en el sentido homenaje a Marisela Escobedo, la mujer acribillada frente al palacio de gobierno cuando reclamaba justicia por el asesinato de su hija. Una placa con la leyenda “Aquí fue asesinada Marisela Escobedo el 16 de diciembre de 2010 por exigir justicia en el feminicidio de su hija Rubí”, fue colocada justo en el lugar en el que fue ejecutada. La grabación que hicieron las cámaras ocultas dio la vuelta al mundo y describió el horror en el estado con mayor número de muertos en el marco de la guerra contra el narcotráfico: “Los muertos son inocentes, gente buena y de trabajo, gente que no sabemos qué está pasando y por qué nos están asesinando”, señala Yolanda Carrillo, mujer a la que le asesinaron un hermano y ha sufrido dos asaltos a mano armada
Mural colocado durante el acto en Villas de Salvárcar
Frente al palacio de gobierno uno a uno se deshilvanan los dolores. Gabriel Abaid Giménez narra la historia de su hijo: “El pasado tres de noviembre, mi hijo salió con rumbo a la ciudad de Parral, iba a una tienda de Nextel a recoger un teléfono. Pasaron muchas horas, y al ver que no volvía ni contestaba el teléfono fui a Seguridad Pública, pero me dijeron que no había ninguna información sobre el paradero de mi hijo. Entonces fui al destacamento militar, pero ahí me dijeron que el teniente estaba cansado y que volviera mañana. Volví al día siguiente, y me dijeron que regresar más tarde, pues el teniente estaba desayunando. Más tarde nos enteramos que mi hijo había sido levantado y posteriormente asesinado en Parral; nunca se hizo una investigación. Acá vivimos con miedo, ¿en quién va uno a confiar si pide ayuda a las autoridades y están cansadas o están almorzando? Yo no me había atrevido a hablar, pero hoy me doy cuenta que somos muchos, y que no estamos solos”.
Después de que la presentadora del evento público dio la bienvenida a la caravana, se escucharon los gritos exigiendo la desmilitarización del país, demanda fundamentada en cifras contundentes: En 2007 hubo 469 asesinatos; en 2010, luego de tres años de presencia militar, el número de víctimas llegó a 5 mil 212; en 2007, 29 secuestros; en 2010, 190”.
La dinámica del acto fue la misma y los dolores también: se habló de asesinatos y desapariciones, del dominio de los sicarios en la zona serrana, de la persecución en la región indígena, de las ejecuciones y secuestros. El reclamo de los rarámuri llegó a la plaza desde la sierra: “Estamos hartos de que nos haya dejado solos, de que cada vez seamos menos. Pero aunque seamos dos o tres o cuatro seguiremos luchado por nuestros derechos”, dijeron representantes de este pueblo adolorido.
Del asesinato de Marisela Escobedo habló en su oportunidad Julián Le Barón, también originario de esta entidad, hermano de una víctima y parte emblemática de la Caravana: “Aquí, sobre el suelo donde se regó la sangre de Marisela, sangre que moja todo el suelo de Chihuahua, yo acuso por su muerte al gobernador, a todos los panistas, priistas, perredistas y gente que no pertenece a ningún partido político; acuso a las iglesias y a todos los que no creen en Dios; a los gobernadores, presidentes municipales, padres de familia y a sus hijos; los acuso a todos ustedes y me acuso a mí mismo, Julián Le Barón, por la muerte de esta mujer. Todos debimos haber estado con ella, pero la dejamos sola, y por eso la mataron. Y por eso siguen matando a nuestros hermanos, porque los dejamos solos”. Por eso, dijo, “A partir de hoy me bajo del autobús de las víctimas, porque es hora de empezar a trabajar, de ser agentes de cambio en nuestra comunidad”.
Al finalizar el evento, y antes del minuto de silencio que en todos los actos se pide por las víctimas, Sicilia cuestionó al ejecutivo: “Yo quiero preguntarle al presidente Calderón si su guerra ha valido la pena. Si su guerra de 40 mil muertos y 10 mil desaparecidos ¿es la guerra donde mueren criminales? Yo le digo que su guerra está equivocada, que tiene una deuda con estas víctimas, y que no debió haber salido a esta guerra cuando las instituciones nos están mostrando que están podridas, porque son cómplices; vivimos en un régimen de impunidad. No se puede haber salido a esta guerra sin una reforma del Estado”.
Este viernes se realizarán las mesas de trabajo sobre los alcances del Pacto Nacional Ciudadano y su posterior firma. Las discusiones se dividirán en nueve temas sustentados en seis ejes: verdad y justicia desde las víctimas; fin a la estrategia de guerra, desmilitarización del país; combatir la corrupción e impunidad; política social para los jóvenes y perfeccionamiento de la democracia en el país, con una mayor participación ciudadana.
Estación Ciudad Juárez
Voces en caravana
“La sangre no se negocia”
Escucha (17’54”)
Video por la Paz con Justicia y Dignidad
Realización: Sergio Castro Bibriesca
“Javier Sicilia, tú si eres bienvenido”
Caravana en Zacatecas
Caravana en Morelia
Quinta jornada de la Caravana por la Paz
Entre aplausos y consignas de apoyo, arriba la Caravana a Chihuahua, el estado más agraviado por la violencia
Cada vez más cerca de su destino final, Ciudad Juárez, la caravana motorizada que encabeza el poeta Javier Sicilia ha ido sumando adhesiones y dolores a los largo del camino.
Gloria Muñoz Ramírez
Marcela Salas Cassani
Chihuahua, Chihuahua. Los contundentes datos de la violencia en esta entidad se impusieron en la madrugada de hoy, cuando la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad arribó a la capital del estado más agraviado: “Cuando comenzó el operativo del gobierno para combatir el narcotráfico, habíamos tenido 469 asesinatos en un año; en el 2010, res años después de que Calderón inició su guerra, murieron 11 veces más personas, es decir, hubo 5 mil 212 homicidios. En 2007, hubo 21 secuestros; en 2010 la cifra se incrementó a 190”.
Cada vez más cerca de su destino final, Ciudad Juárez, la caravana motorizada que encabeza el poeta Javier Sicilia ha ido sumando adhesiones y dolores a los largo del camino. Hoy, alrededor de la 1:30 de la madrugada, fue recibida entre vítores, aplausos y agradecimientos de cientos de personas que la esperaron durante más de seis horas.
“Imaginamos que el tejido social estaba roto en nuestro país, pero no lo habíamos sentido con todo el peso de la desgarradura”, expresó Sicilia al llegar a Chihuahua, “ya muy cerca del epicentro del dolor”, que es la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez.
“Durante el 2008”, señalaron los anfitriones, “un grupo de mujeres de Chihuahua marcharon al Distrito Federal para protestar por los 300 homicidios que habían ocurrido en nuestra entidad, pero nadie nos hizo caso y ahora lloramos a 13 mil muertos”.
Horas antes, a su paso por Torreón, Coahuila, ciudad donde el día anterior fueron asesinados 13 jóvenes en un centro de rehabilitación contra las adicciones, la Caravana por la Paz fue recibida en el bosque Venustiano Carranza, donde cientos de personas se reunieron para escuchar los testimonios de asesinatos, desapariciones forzadas, torturas y extorsiones que padece la sociedad coahuilense, “como consecuencia de una guerra que aquí nadie pidió”, señaló uno de los oradores.
Los asistentes lamentaron que no hubiera más gente en el acto de Torreón, situación que Carlos Gerardo García Zapata, explicó: “En esta región vivimos con miedo todo el día, por eso mucha gente no se atrevió a salir”.
Luz Elena Montalvo, madre con un hijo desaparecido, agradeció la oportunidad de expresar su angustia e indignación. “El dolor es tan grande que no existen palabras para describirlo, y sí, tenemos miedo, pero el miedo nos hace fuertes. Estoy aquí no sólo por mí, sino por todas las madres que tiene un hijo desaparecido, porque este ya no puede seguir así. Estamos seguros de que las estrategias a seguir para terminar con este horror deben ser planeadas en conjunto. La solución a este problema ya no puede formar parte de una agenda para después”, dijo entre sollozos.
Julián Le Barón, de Chihuahua, quien acompaña la marcha desde Cuernavaca y junto con Sicilia participa en todos los actos, se ha ido convirtiendo en el interpretador de los sentires de la movilización ciudadana: “Antes de bajar del camión me hablaron de un noticiero de Chihuahua para preguntarme qué pienso sobre las declaraciones de Álvaro Uribe (expresidente de Colombia) de que esta clase de caravanas no sirven para nada. Y yo pienso, ¿saben por qué vamos a ganar nosotros?, ¿saben por qué la vida le va a ganar a la muerte? Ayer en Monterrey, en la noche, a esta caravana le salieron alas, se extendieron sobre nosotros las alas de la alegría, como protegiéndonos: fue como colocarnos una sábana de baile y música. Una niña y un payaso nos iban guiando por las calles, los policías ya no querían ser policías y sus ojos estaban sonriendo. ¿Dónde estaba el miedo anoche? La guerra se fue a dormir unas horas. Nosotros vamos a ganar. Ahora miren a su alrededor. Que levante la mano el sicario que está entre nosotros. ¿Algún secuestrador? Aunque lo hubiera, no levantaría la mano. ¿Se dan cuenta de nuestro poder? ¡Sí podemos!”, fue el grito contundente al final del discurso de Le Barón.
“Sacaron a mi prima de un restaurante y hace poco encontraron su cadáver”; “desde el pasado 21 de marzo no sé nada de mi hijo y las autoridades no me dan respuesta”; “desaparecieron mi esposo y mis dos hijos el 26 de septiembre de 2008. Mi esposo y uno de ellos eran oficiales de tránsito”; “A mi hijo lo levantaron en un reten del ejército, en el camino de Puebla a Laredo”; “El dolor de no tener un cuerpo a quien llorar es enorme”; “que Calderón nos deje vivir en paz”. La lista de testimonios con rostro, nombre y apellido crece junto con la indignación. “No más”, es la consigna unánime.
La Caravana crece en número y demandas. El debate sobre la exigencia de la desmilitarización se va ajustando a la realidad del norte del país, donde hablan de su experiencia de tres años con el ejército en las calles. La impotencia es mucha, dicen una y otra vez los familiares de las víctimas, al referirse al sinnúmero de puertas que tocan infructuosamente. Hay muertos de primera y segunda clase, advierte Javier Ruíz, “los de primera los reclaman en las altas esferas del poder, a los de segunda nadie nos hace caso. Por eso alcemos la voz contra ese gobierno que nos está matando”.
Casi a las dos y media de la madrugada, al finalizar el acto en la capital chihuahuense, un integrante de la comitiva que recibió a la caravana declaró: “Chihuahua toda es hoy una sola indignación. Tenemos ya tres años resistiendo y nadie nos podrá vencer. Vamos a tomar Ciudad Juárez para devolverle la vida, la esperanza y la paz, y desde allí vamos a recobrar todo México”.
Conforme avanza la Caravana, crece la expectativa de su arribo o de paso por los municipios del norte del país. Hoy fue detenida en tres ocasiones por grupos que se solidarizan de manera espontánea en el camino. Familias enteras salen a las carreteras para saludar el convoy. En Ciudad Jiménez y en Camargo, familiares de víctimas se apostaron en el camino en demanda de, por lo menos, ser escuchados.
Canto y llanto en repudio a la guerra de Calderón
En esta parada surgió por primera vez el tema de los asesinatos de periodistas. “En enero de 2010, Valentín Valdés, reportero, fue masacrado. Frecuentemente las redacciones de los diarios reciben amenazas de atentados, al igual que diversos canales de televisión.
Marcela Salas Cassani
Monterrey, Nuevo León. El tema de los asesinatos de periodistas y la participación del obispo de Saltillo, Raúl Vera, marcaron la cuarta jornada de la Caravana Nacional por la Paz con Justicia y Dignidad en su recorrido de Cuernavaca a Ciudad Juárez.
La exigencia de la desmilitarización del país surgió nuevamente en la caravana. “Que el ejército regrese a sus funciones, que deje de matar inocentes”, demandó Patricia González, originaria de esta ciudad.
“En el tramo que he recorrido para llegar a este acto”, dijo el obispo Vera, “se me ha informado que fueron agredidos 11 jóvenes en un Centro de rehabilitación contra las drogas”, luego de destacar que Javier Sicilia, poeta y escritor convocante de la Caravana, desde el principio entendió “este llamado como un proceso de reconstrucción social”.
En esta parada se habló por primera vez el tema de los asesinatos de periodistas. “En enero de 2010, Valentín Valdés, reportero, fue masacrado. Frecuentemente las redacciones de los diarios reciben amenazas de atentados, al igual que diversos canales de televisión. Aquí en Coahuila, los medios de comunicación también somos víctimas de la guerra”, denunció una reportera que enumeró una larga lista de agravios cometidos contra periodistas y contra instalaciones de medios de comunicación.
Frente a la Procuraduría de Justicia del estado de Nuevo León, finalizaron las actividades del día, en medio de música, baile y canto, después de que una comisión de la caravana encabezada por Sicilia se entrevistó con el Procurador de Justicia de Nuevo León, Adrián de la Garza, quien se comprometió a darle seguimiento a nueve casos.
“Son sólo nueve casos de los 660 registrados de enero a junio de este año en Nuevo León”, lamentó la religiosa Consuelo Morales, directora del Centro de Apoyo a los Derechos Humanos AC (CADHAC), una de las organizaciones más notables de la entidad.
Tan sólo en mayo, explicó la defensora de las víctimas, se registraron en esta entidad 220 muertos por casos de violencia. Aquí, dijo, las muertes y desapariciones se han incrementado de manera alarmante en el último año. De enero a junio de 2010 se registraron 196 muertes, lo que quiere decir que el mes de mayo de 2011 supera las cifras del año anterior.
El grito unánime en Monterrey fue: “¿Dónde están las autoridades?”, consigna que se sumó a la exigencia de justicia, esclarecimiento de los casos y regreso del ejército a sus cuarteles. “Desde que entraron los militares todos los muertos son calificados de delincuentes. Sin duda la violencia está generando más violencia, lo que quiere decir que la estrategia del presidente Calderón fracasó. Desde que Nuevo León se militarizó la violencia y las muertes se incrementaron. No hay duda”, señaló la religiosa.
En el gimnasio De la Salle, del Colegio Zaragoza, los activistas y víctimas de la violencia de la guerra contra el narcotráfico fueron recibidos por ciudadanos coahuilenses que se solidarizaron con la exigencia de paz y el cese a la impunidad en el territorio nacional.
“Yo vivo en Ojo de Agua, un lugar donde diario hay desapariciones forzadas. La presión hacia los jóvenes para ser parte del narco o de los grupos de delincuencia es muy grande, pues se ven seducidos por el poder y el dinero. Pero no nos resignamos a acostumbrarnos a que así sean las cosas. No queremos ser parte de las estadísticas de muerte. Tenemos mucho miedo, pero también tenemos muchas ganas de que todo esto cambie. Sigamos luchando, sigamos caminando”, dijo Juan Antonio Ortiz, joven estudiante de Saltillo.
Durante el recibimiento a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad en la Explanada del Código Civil de la ciudad de Monterrey, Nuevo León más historias se sumaron a la interminable lista de agravios.
“Lo más grave”, dijo a Desinformémonos Ilda Rivera, maestra jubilada y psicóloga, “es que aquí la población con más vulnerabilidad son los jóvenes, son sus vidas las que están en la cuerda floja. Todos tenemos un amigo o un pariente, cuyos familiares jóvenes han sido secuestrados. Siempre andamos con miedo, volteando para todos lados para ver si no le están disparando a nadie, no somos libres ni para andar en las calles”.
Apostado detrás del escenario donde se narraban las historias de terror que forman parte de la cotidianidad de Nuevo León, Ignacio Zapata, de la organización Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos dijo que “ninguna autoridad ha logrado frenar la violencia en el estado, por lo que los ciudadanos reclaman ya otra estrategia que no les arrebate la vida de sus seres queridos”. Asimismo, Zapata destacó la importancia de formar redes de protección en los barrios, para crear solidaridad entre vecinos, y apoyarse en caso de situaciones de emergencia.
Una denuncia es constante en los testimonios de dolor de la sociedad regia: la participación de la policía en los secuestros. “A mi hijo lo desapareció la policía en el 2009; quiero decir que lo que la policía llama “levantones” son secuestros a todas luces, realizados por las autoridades que supuestamente nos protegen, pero que en realidad no trabajan, son unos desgraciados que nada más vienen a cobrar”, dijo una habitante de Monterrey.
Sollozando de principio a fin, una madre originaria de Puebla, denunció la desaparición de su hijo Andrés González, ocurrida el 27 de marzo pasado. “Estoy aquí por el gran amor que siento por mi hijo. Él iba para Nuevo Laredo cuando lo detuvo un retén, y desde entonces no sé nada de él. Él trabajaba en Estados Unidos, tenía la nacionalidad norteamericana, pero ni las autoridades americanas, ni las mexicanas me han querido ayudar”.
Poro lado, el doctor Otilio Cantú dijo: “A mi hijo, Jorge Otilio, lo mataron fuerzas especiales del estado de Nuevo León. Le dispararon a quemarropa, le dieron más de 40 balazos. Luego falsearon el acta de defunción y dijeron que se había tratado de un fuego cruzado originado mientras las fuerzas especiales repelían una agresión”.
Casi al finalizar el evento en la Explanada del Código Civil, Julián Le Barón se dirigió a los regiomontanos que por la noche se reunieron en el centro de Monterrey: “Conforme avanza la caravana, con cada tragedia que escucho, cada vez me queda más claro que los mexicanos y las mexicanas somos terriblemente ignorantes, no tenemos la más mínima idea de lo que es comunidad, ni tenemos la capacidad de ver a los otros como seres humanos. Es por eso que no hay en esta plaza 100 mil personas repudiando la muerte de 40 mil de nosotros. Yo me pregunto, ¿dónde están los demás? Todos los que no están aquí es porque hay algo que les importa más que la vida”.
Estaciones Saltillo y Nuevo León
Voces en Caravana
Realización: Sergio Castro Bibriesca
“Los que no están aquí es porque hay algo que les importa más que la vida”
Escucha (23′27”)
Caravana en Zacatecas. Foto: Clayton Conn
De Zacatecas a Durango: interminable lista de agravios
“Nuestra ciudad tiene de pacífica”, dice una habitante de Durango, “lo que tienen de bellas las narcofosas donde entierran a nuestros hijos”.
Fotos: Murphy Woodhouse y Clayton Conn
Caravana en Zacatecas
Durango. Eran más de las diez de la noche, cuando la poeta Socorro Soto dio la bienvenida a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad en la Plaza de Armas de la ciudad de Durango. “Los recibimos con el corazón herido”, dijo, “aquí, donde no queremos más la sangre derramada de nuestros seres queridos”.
En un acto sin precedentes, miles de duranguenses salieron de sus casas, a pesar de la hora, e inundaron las calles y el centro histórico de la ciudad para decir que “están hasta la madre”. Entre el ruido de tambores, gritos de “queremos paz”, “ni un muerto mas” y aplausos la caravana entró a la plaza principal de la ciudad.
Vestido de blanco, al igual que su esposa y sus dos hijos, Benjamín Medel estuvo presente en el acto. “Estoy aquí porque el 14 de octubre de 2010 me mataron a mi hermano, Emerson Medel, y nadie ha podido hacer nada. Las autoridades me dijeron que fue el crimen organizado, pero nadie averiguó, ni hizo nada. En el lugar donde lo mataron, estaba el ejército y habían alrededor de diez testigos, pero aún así, siguen sin atrapar al culpable”.
Desde el estrado, Noemí Favela, una más de las muchas mujeres agraviadas de esta golpeada entidad, alzó la voz: “Quiero encontrar a mi esposo, Salvador González Valenzuela. Estamos cansados, hartos de tanta impunidad. Mi suegro, Polo Valenzuela, por buscar a su hijo, también está muerto. Queremos que se nos escuche, yo sé que hay muchas personas aquí que quieren que se les escuche”.
El silencio de ciudad de Durango, otrora considerada por sus habitantes un lugar tranquilo y colonial, hoy se rompe con ráfagas de metralleta y estallidos de granada. “Nuestra ciudad tiene de pacífica”, dice una habitante del lugar, “lo que tienen de bellas las narcofosas donde entierran a nuestros hijos”.
Beatriz Ríos, con la voz llena de rabia e impotencia, sumó su testimonio al de los agraviados: “Mi hijo está desaparecido, desde el 21 de marzo, salió de la casa y desde entonces no sabemos nada de él. Él era viudo, tiene tres hijas que ahora ya no tiene ni padre ni madre”.
Amparo Castillo es una más en la interminable lista de agraviados. “Soy una madre herida del alma y del corazón. En septiembre de 2008, mi hijo venia saliendo de un retiro espiritual, y lo mataron. Después, las autoridades me pidieron perdón, me dijeron ‘disculpe, fue una equivocación’. (Felipe) Calderón dice que el ejército está para darnos seguridad, pero en realidad, el ejército anda matando, pisoteando al pueblo. Por eso yo le digo: ‘Señor presidente, si no puede con el cargo, renuncie, porque así como lo pusimos donde está, también lo podemos quitar”.
En el cerro de San Pedro
Horas antes, al ritmo de jarana y flauta, y coreando la cancioncilla improvisada “basta ya de guerra, queremos ya la paz”, la caravana arribó a la ciudad de Zacatecas, donde numerosos testimonios de injusticias e impunidad fueron también escuchados en la plaza. Raymundo Romero, oriundo de Zacatecas, exigió a las autoridades que lo escuchen. “Mi padre, Eleazar Romero, está desaparecido desde el 16 de marzo. Él es un hombre de trabajo. Yo quiero que las autoridades me escuchen, no que me oigan, sino que me escuchen, porque escuchar significa dar respuestas y tener compromisos”.
Ofelia Castillo, también de Zacatecas, hablo frente a quienes se reunieron en la plaza, y dio nombre a su dolor. “Edgar Roberto Quezada Castillo se llama mi hijo, y está desaparecido. Él tiene cinco hijos, que, al igual que yo están muy tristes. Me preguntan dónde está su papa y yo no sé qué contestar. No sé nada de él, he buscado una auditoria, pero nadie me ha ayudado”.
Desde Aguascalientes, Jesús Antonio de la Torre viajó a Zacatecas para acompañar a la caravana en la capital zacatecana. “Creo en el movimiento que encabeza Javier Sicilia, que se llegue a una solución o no depende de muchas cosas, pero vale la pena apostar por el éxito, pues al país lo tienen secuestrado los partidos, y vale la pena apostar por proyectos alternativos”.
Fue un largo día para la caravana, con tres actos que comenzaron desde temprano en el cerro de San Pedro, en el área conurbada de San Luis Potosí, donde los manifestantes cerraron simbólicamente la minera San Xavier, debido al ecocidio que su presencia significa.
Más de 12 horas después de estar en el cerro de San Pedro, pasar por Zacatecas, y escuchar los desoladores testimonios de los habitantes de Durango, Javier Sicilia finalizó el acto público en la capital duranguense casi a media noche. “Muchos dolores nos esperaban en el camino, andamos entre rastrojos de difuntos, cuya muerte nos duele más que nuestra propia vida. Y yo quiero preguntar a Felipe Calderón, ¿ésas son las bajas colaterales? ¿ésos son los delincuentes?, quiero preguntar a la clase política si ¿creen que son dignos de servir a este país y representar a su ciudadanía? En Ciudad Juárez vamos a firmar un pacto ciudadano, pero si éste no se cumple, recurriremos al boicot y a la desobediencia civil”, finalizó el poeta en la Plaza de Armas de Durango.
Caravana- Zacatecas
Tres testimonios de la ignominia en Durango
Yo quiero que se termine la violencia. Mis hijos no se dedicaban a nada malo, como muchos otros tampoco. Este dolor no nos lo va a sacar con nada, pero como mamá tengo que seguir adelante. Están mis nietos, que me necesitan. ¿Cuándo nos van a devolver la tranquilidad?
Foto: Murphy Woodhouse
Testimonios en Zacatecas
Si tuviera frente a mí a Felipe Calderón, le diría que haga el favor de dejarnos en paz
El presidente de la República no debería abrir la boca porque no ha sentido el dolor. Él dijo que en esta guerra teníamos que sacrificar algo. Qué más quiere. Ya no tengo yo a mis tres hijos ¿Y él? ¿Qué ha sacrificado él?
No me parece justo que Felipe Calderón se deslinde y que sólo hable de estadísticas. Mis muchachos eran buenos y él acabó con su futuro y con el mío. Ese señor no se ha hecho cargo de nada.
A mí me asesinaron a mis tres hijos. Los sacaron de un restaurante donde se estaban divirtiendo junto con otros compañeros, aquí en Gómez Palacio, estado de Durango. Fue un grupo de señores encapuchados que se llevó en total a seis hombres, tres de ellos eran mis hijos: Miguel Alejandro, de 21 años, Hugo Armando, de 22 años y Luis Fernando, de 27 años. Los dos primeros eran estudiantes y el tercero era licenciado en Derecho.
Fue el 30 de diciembre del 2009 cuando se los llevaron y amanecieron acribillados en el Canal de Sacramento. Me llamo Rosa María Hernández y tardé mucho tiempo sin saber qué hacer. Parecía que moría. Las autoridades me dijeron que había sido una equivocación, que habían caído por error.
Yo quiero que se termine la violencia. Mis hijos no se dedicaban a nada malo, como muchos otros tampoco.
Este dolor no nos lo va a sacar con nada, pero como mamá tengo que seguir adelante. Están mis nietos, que me necesitan. ¿Cuándo nos van a devolver la tranquilidad?
Si yo tuviera frente a mí a Felipe Calderón, le diría que haga el favor de dejarnos en paz.
Esta marcha es mi última esperanza
Soy madre de Betsabé Arango Días, de 38 años de edad. Un día llegaba mi hija de comprar el mandado a su casa, metió el coche y estaba bajando las compras cuando entró el asesino y le disparó. Mi nombre es Ángela Díaz Galindo
Desde ese día he tocado todas las puertas y no hay nadie. No hay respuesta. Esto ocurrió el 3 de diciembre del 2009.
Estoy en la marcha porque tengo una última esperanza de justicia. Al menos que hagan comparecer a los asesinos. Yo ya les di los nombres, pero no hacen nada.
Quisiera ir con la caravana a Ciudad Juárez, pero no puedo porque tengo cáncer en una pierna.
Si tuviera frente a mí a Felipe Calderón le diría que no se requiere ser un intelectual o pensar mucho para saber que su estrategia fracasó, que no sirvió, que ya pare.
Estamos en un pueblo sin ley
El 16 de septiembre del 2008 mataron a mi hijo José Manuel Torres, de 29 años. Lo acribillaron en Torreón, Coahuila. Mi hijo era albañil y dejó cinco hijos.
José Manuel regresaba de la obra cuando lo interceptó un carro, lo quisieron subir a fuerzas pero él no se dejó. Le pedían que matara a una persona y él se negó. Mi hijo no era un asesino. Le querían dar un arma y no la aceptó y por eso me lo mataron.
Yo soy Amparo Castillo y cuando fui al Ministerio Público sólo me dijeron que murió por una equivocación. Y no se ha hecho justicia. Aquí nadie me hace caso. Si no tienes dinero nadie hace nada.
Estoy aquí para gritar mi rabia y mi impotencia como madre y para rescatar a tanto joven, para exigir que ya no los sigan matando.
El gobierno es una mierda. No le importa el pueblo.
A Felipe Calderón yo le preguntaría ¿qué haría usted si le mataran un hijo? Pero sé que a él no le va a pasar. El problema es Calderón, es el gobierno, nadie más. Por eso no espero nada de él.
Un año después de que asesinaron a mi hijo, en el 2009, mataron a mi hermano y a mi sobrino cuando salían de una pelea de box, allá en Ciudad Juárez. Cuando eso pasó las autoridades me dijeron que habían estado en el lugar equivocado y les había tocado.
Estamos es un pueblo sin ley, no hay investigación ni hay nada. En Gómez Palacio ni siquiera se puede velar a los asesinados, porque llegan a dispararle a la caja y a levantar a los familiares. Y nadie hace nada para pararlos.
Gloria Muñoz Ramírez
Estaciones Zacatecas y Durango
Voces en caravana
Realización: Sergio Castro Bibriesca
“Se fue mi golondrina, tan frágil y bonita”, dice el padre de Viviana Rayas.
Escucha (6′34”)
Video por la Paz con Justicia y Dignidad
Realización: Sergio Castro Bibriesca
“Basta ya de guerra, queremos ya la paz”
La geografía del horror no tiene límites
“Esta caravana suma tragedias, tristezas, dolores, pero también esperanza”, dijo Julián Le Barón, activista de Chihuahua al que le han asesinado a su hermano y a su cuñado.
Fotos: Clayton Conn
San Luis Potosí. Con cinco minutos de silencio finalizó esta tarde el acto organizado en esta ciudad por la población potosina frente al Teatro de la Paz, para recibir a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad en su recorrido hacia Ciudad Juárez. Aquí, hombres y mujeres se reunieron para nombrar a las víctimas y dar testimonio de las injusticias que se comenten en este estado en total impunidad.
“Nos están quitando a nuestros hijos, padres y hermanos, y nos quieren sumir en el miedo. Por eso es importante nombrar el dolor, expresar el sufrimiento y exigir la justicia que no se nos ha dado”, dijo el poeta Javier Sicilia, a quienes se reunieron en el centro histórico potosino.
“La geografía del horror no tiene límites”, dijo el conductor del acto que se realizó en la capital de un estado en el que la tasa de inseguridad alcanza hasta el 94 por ciento, y sólo una de cada 15 denuncias es investigada. Aquí, como en casi todos los rincones de la república, son muchas las historias de terror relacionadas con desapariciones, asesinatos e impunidad.
En el templete, frente a las aproximadamente mil 500 personas que se reunieron para recibir a los manifestantes, un hombre se identificó como padre y abuelo de desaparecidos. Con la voz entrecortada y con los ojos llenos de lágrimas, dijo: “Tengo a mi hijo y a mi nieto desaparecidos, los secuestradores me pidieron dinero, y se los di, pero aún así no sé nada de ellos. Es un sufrimiento indescriptible, un dolor que no le deseo a nadie, pero que desgraciadamente a cualquiera le puede pasar en nuestro San Luis. Por eso me uno a dar mi testimonio, para que el pueblo se dé cuenta de la injusticia que estamos viviendo”.
Uno de los choferes de los 13 camiones que conforman la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, se unió sorpresivamente a los oradores del evento frente al Teatro de la Paz, y compartió otro doloroso testimonio. “Hace apenas unos días fue asesinado un compañero transportista en Villahermosa, Tabasco. Su cuerpo fue encontrado con 24 impactos de bala, y las autoridades aún no tienen ninguna pista para encontrar a los responsables. Este trabajo es muy peligroso porque continuamente recibimos amenazas, y cuando nos dirigimos con la policía, ellos nos dicen que si queremos ayuda tenemos que pagar por protección, pero ¿de dónde sacamos nosotros dinero? Por eso muchos quieren irse, pero yo digo, ¿por qué tenemos que irnos a otro lado, si nuestro país es este?”
Santos de la Cruz Carrillo, presidente del comisariado autónomo de bienes comunales de Bancos de San Hipólito, municipio de Mezquital, Durango, habló en nombre del pueblo wixárika de la Sierra Madre Occidental para denunciar las 22 concesiones mineras otorgadas a la compañía canadiense First Silver Company, lo que significaría, dijo, la destrucción de Wirikuta, uno de los altares de mayor importancia para su pueblo, ubicado al oriente de San Luis Potosí, en el municipio Real de Catorce. “En estos tiempo de violencia extrema están asesinando también a nuestra madre tierra, pretenden extinguir a nuestro pueblo entero”, señaló de la Cruz Carrillo.
Por su parte, Julián Contreras, del Frente Plural Ciudadano de Ciudad Juárez, señaló a Desinformémonos que los grandes medios de comunicación están manipulando la información, pues informan que “la caravana exige el fin de la violencia provocada por la delincuencia organizada, y no mencionan que se trata de un protesta contra la guerra que Felipe Calderón emprendió contra el narcotráfico”.
Viajando con la caravana desde la ciudad de México, se encuentra Guillermo Nava Mota, quien exige justicia para su hijo, Edmundo Nava Mota, asesinado en mayo del 2007. “Yo lo que pido es que nos unamos todos para exigir justicia. Durante cuatro años he recorrido todas las instancias en Ecatepec buscando que se esclarezca el crimen de mi hijo y se encarcele a los asesinos, pero (Enrique) Peña Nieto (gobernador del Estado de México) nos ha negado en varias ocasiones una entrevista porque no somos ricos. Peña Nieto se ha burlado de mi familia y de mí, negándose a encarcelar al sicario que mató a mi hijo, aunque éste ya ha sido identificado”.
Durante la segunda jornada de la Caravana por la Paz, proveniente de Morelia y cuyo destino final del día fue San Luis Potosí, el convoy se detuvo a un lado de la carretera, en Irapuato, Guanajuato, donde Mario Galíndez improvisó un breve espectáculo de clown para los caravaneros del convoy hacia Ciudad Juárez. “Lo que se logra con esto, y con el arte en general”, explicó más tarde Mario en entrevista, “es relajar a la gente, elevar el nivel de conciencia y volver a reír, tenemos que recuperar este país para volver a reír en paz”.
También en Irapuato, el señor Baltasar Vázquez, vendedor ambulante, agradeció a quienes exigen un México más justo. “Esta marcha es un bien para todos nosotros y un gran ejemplo, pues es el mismo pueblo el que debe movilizarse para poder vivir en paz”, dijo Baltasar al tiempo que despachaba un par de tamalitos de cacahuate.
Sentada en una escalinata frente al Teatro de la Paz, Flor Monsiváis, de 27 años de edad, profesora de Estructura Socioeconómica en la Universidad Tangamanga de San Luis Potosí, reflexiona su presencia en el acto: “Estoy aquí porque considero que es un momento muy importante, la sociedad tiene que unirse y exigir al gobierno un cambio. Aquí, como en muchas otras partes de México, vivimos diariamente la violencia. La violencia significa que no puedes salir de tu casa, que vendan droga en las esquinas, que no haya educación, que los jóvenes no tengan consciencia social. Yo, como soy maestra, me doy cuenta que hay muchos universitarios que no están interesados en lo que pasa. Justo por eso, me parece importante este movimiento, pues creo que tiene la fuerza suficiente para que mucha gente se involucre. El cambio se puede generar sólo desde la misma sociedad”.
“Esta caravana suma tragedias, tristezas, dolores, pero también esperanza”, dijo Julián Le Barón, activista de Chihuahua al que le han asesinado a su hermano y a su cuñado. “El cambio no está en las cosas, sino en nosotros. Cada uno tiene la solución en sus manos. Tenemos que revisar nuestra vida cotidiana, porque la violencia se esconde en los espacios cotidianos y después nos devora”, advirtió en uno de los discursos más ovacionados de la jornada.
Durante el evento realizado frente al Teatro de la Paz en San Luis Potosí
Gloria Muñoz Ramírez
Estación San Luis Potosí
Voces en caravana
Realización. Adrián Bibriesca/Desinformémonos
El debate entre el diálogo con el Estado, y la organización desde abajo.
Escucha (13′30”)
Video por la Paz con Justicia y Dignidad
Realización: Sergio Castro Bibriesca
“Cinco minutos de silencio es empezar a construir la paz”.
“No somos nada solos y juntos somos más poderosos”: Sicilia
Foto: Clayton Conn
Morelia, Michoacán. La comunidad de Pajacuarán, Michoacán, tiene en su cuenta 19 desaparecidos, cuatro de ellos paridos por la misma mujer: María Herrera Magdaleno, con cuyo adolorido testimonio concluyó la primera jornada de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad, que partió esta mañana de Cuernavaca, y después de una breve parada en el Ángel de la Independencia, en la ciudad de México, arribó a la Plaza de Armas de Morelia, cobijada por los aplausos de l
Cientos de personas abordo de 13 autobuses y decenas de vehículos particulares conforman la Caravana que se prevé arribe a Ciudad Juárez, Chihuahua, el próximo 8 de junio para la firma de un Pacto Ciudadano. Al conjunto de historias de personas asesinadas, desaparecidas, torturadas y agraviadas, Julián Le Barón, activista al que le asesinaron a dos de sus hermanos, lo describió así: “La tragedia colectiva tiene que ser capaz de unirnos, yo vengo a marchar para gritar que todos los muertos son hijos de alguien”.
La lucha de la comunidad purhépecha de Cherán, que desde el pasado 15 de abril se organiza al margen de las instituciones para la defensa de sus bosques y de sus pobladores, tuvo en esta jornada un papel preponderante. “Cherán es la muestra de lo que podemos ser”, dijo el poeta y periodista Javier Sicilia, convocante del movimiento ciudadano que recorre el país en protesta por la guerra impuesta por Felipe Calderón.
Las banderas con la leyenda de “No más sangre” ondeando en las plazas, las consignas de “Más poesías menos balas”, las familias enteras asomadas en los balcones, los hombres y mujeres saludando y bendiciendo el paso del convoy de autobuses, crearon un ambiente esperanzador.
Alberto, estudiante del Distrito Federal y miembro de la radio comunitaria “Voces vivas del centro”, relata que el motivo principal de su viaje a Ciudad Juárez es “hablar en cada lugar con la gente, e identificar las similitudes de la grave violencia que se vive en distintos puntos del país”. Por su parte, María Rojas, también de la Ciudad de México, señala que por motivos de trabajo no puede ir hasta Ciudad Juárez, “pero estoy aquí apoyando y solidarizándome porque creo que este movimiento tiene la fuerza para cambiar la situación del país”.
En Michoacán, recordó un maestro de la Sección XVIII de Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación, “comenzó en el año 2000 la militarización del país con el Operativo Conjunto Michoacán, y desde entonces los habitantes de este estado y del resto del país hemos sido muy golpeados”. Aquí empezó la guerra.
Un tema que permea entre los integrantes de la movilización es el debate por la posibilidad de que el movimiento dialogue o tenga como interlocutor a las instancias de gobierno. En ese sentido, Jorge Rosas, estudiante de la UNAM, considera que “es necesaria la interlocución, pues no pensar en las instituciones de poder, no las anula”. Los gritos de “fuera Calderón” escuchados durante la jornada muestran una postura diferente.
El repique de una campana acompañó los pasos de los manifestantes en varias partes del recorrido. Se trata de una campana llamada “Ni una más”, que fue fundida en 2002 por mujeres de una organización del Distrito Federal y regalada a mujeres que luchan contra el feminicidio en Chihuahua. Los encargados de transportarla y hacerla sonar explicaron que “su tañido es un llamado a parar la violencia en todo el país”.
“Nuestro corazón está brotando flores en mitad de la noche”, dijo el poeta Javier Sicilia frente al Ángel de la Independencia, citando al también poeta Nezahualcóyotl, cumpliendo así con el objetivo de leer poesía en cada lugar en el que la caravana realice un acto.
“No somos nada solos y juntos somos más poderosos”, dijo Sicilia en la plaza de Morelia, en la primera parada rumbo a la ciudad más agraviada del país. Aquí, el poeta reiteró que “el Estado y los partidos políticos se han olvidado de que la ciudadanía radica en nosotros, y nosotros, juntos, podemos transformar esta nación”.
Caravana
Cuatro hijos desaparecidos
“Desde el 28 de agosto desaparecieron 19 personas de mi comunidad, Pajacuarán; entre ellos están mis cuatro hijos, mi sobrino y el esposo de mi nieta. Los demás son también gente muy humilde”.
Soy madre de cuatro hijos desaparecidos. Soy una mujer destruida por el dolor. Vengo de la comunidad Pajacuarán, soy gente humilde, trabajadora, no sé hablar en público, pero vine a contar mi historia.
En Guerrero me levantaron a dos de mis hijos, que iban con otros cinco jóvenes. Desde el 28 de agosto no hemos sabido nada de ellos, sólo que la camioneta apareció quemada a los cuatro días de que desaparecieron, allá en Atoyac de Álvarez.
De estos siete, mis hijos se llaman Raúl Trujillo Herrera y Salvador Trujillo Herrera, el esposo de mi nieta se llama Gabriel Melo Ulloa y mi sobrino Jaime López Carlos, hijo de un primo hermano. Ellos se reúnen en grupo para poder trabajar y viajar a otros estados, porque ya no pueden con los gastos porque son muy pesados, así trabajan todos en nuestro pueblito. Al igual que ellos, desparecieron otros cuatro muchachos de nuestro pueblo, allá en Cárdenas, en San Luis Potosí, de los cuales tampoco se ha sabido nada.
Les pido ayuda, que los medios de comunicación que me escuchen, que tengan en cuenta que todos ellos son hijos o padres de familia….que se pongan en mi lugar, que si el hecho de ser personas humildes nos pone en esta situación, pues no se vale.
Yo no vengo preparada. Hoy no íbamos a venir porque no teníamos los medios. Nos hicieron favor de prestar una camioneta y por eso pudimos venir. El martes vine a Morelia a ver a los de la ONU, me dijeron que hiciéramos una carta informativa y que se las trajéramos y que ellos verían cómo podía entrar nuestro caso a la ONU. No, no tengo asesoría legal.
Entre los que están desparecidos están mis cuatro hijos, mi sobrino y el esposo de mi nieta. Los demás son también de ahí de la comunidad, gente muy humilde también, que no pudieron venir.
El 28 de agosto , en Guerrero, desparecieron Raúl y Salvador Trujillo Herrera, dos de mis hijos, Joel Franco Ávila, Rafael Cervantes, Luis Carlos Barajas, Fabio Alejandro Higareda, José Luis Barajas, todos ellos se dedicaban a la compra y venta de pedacería de oro
En Veracruz, desaparecieron Gustavo y Luis Armando Trujillo Herrera, también mis hijos; Jaime López Carlos, mi sobrino; Gabriel Melo Ulloa, casado con una nieta y otros de la comunidad, también gente humilde y sus familiares no pudieron venir, pero yo traje un papel con sus nombres. Ellos son Eduardo y José Manuel Cortés, Carlos y David Magallón, que también se dedican a lo mismo y por eso viajan a otros estados.
Mi hija no quiera que vaya a la caravana a Ciudad Juárez, pero yo sí me voy a ir. Ya no sé que más hacer para que me los devuelvan.
Ya hemos venido a marchas a Morelia. Hablo de mi caso pero no tengo respuesta de nadie. Pajacuarán, está entre La Barca y Saguayo, como a cinco horas de Morelia.
En los de Guerrero, hubo una riña en los días que estuvieron ahí. Una persona del bar les dijo a mis hijos que tuvieran cuidado porque los podían desaparecer, porque habían matado a la familia del jefe y que iba a haber levantones. Mis hijos no sabían ni qué era un levantón. Otro de mis hijos se pudo escapar y me contó eso. Había un pleiro entre dos familais y pensamos que por confusipon les pasó eso a mis hijos.
Lo que vemos es que hay un ambiente muy feo en Guerrero, pero también es donde quiera. Antes no estábamos enterados de tanta porquería que hay. Nunca esperamos que nos pasara esto.
Mis hijos tienen Gustavo, 28 años, Salvador 27, Luis Armando 25 y Raúl 23.
Yo los voy a seguir a la caravana. Yo quiero saber de mis hijos. Quiero que este dolor que me está recorriendo por dentro encuentre consuelo. Mi hija y mi nuera no quieren que vaya, pero yo sí me quiero ir.
Mi nombre es María Herrera Magdalena.
Gloria Muñoz Ramírez
Estación Morelia
Voces en Caravana
Realización: Adrián Bibriesca/ Desinformémonos
“El Ya Basta para nosotros significa reflexión, organización, encuentro, unión, conciencia”, señala un comunero de Cherán frente a la Caravana por la Paz, en Morelia. Escucha(16′32”)
Video Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad
Realización: Adrián Castro/Desinformémonos
Teresa Carmona, madre de Joaquín, habla en este video del asesinato impune de su hijo. Ella es una de las tantas víctimas de la violencia y eso la une a la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad.