Radio Martí y el Cardenal Ortega.

Publicado en por Ivonne Leites. - Atea y sublevada.

  

Seguidores del pensamiento de José Martí


LorenzoGonzalo.FotoVirgilioPONCE

Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad.-

La Oficina de Transmisiones a Cuba es un organismo del Departamento de Estado de Estados Unidos, creado con el fin de llevar programaciones radiales a Cuba. Como es de pensar estas programaciones tienen un mensaje que intenta desacreditar todo cuanto hace el gobierno cubano, al tiempo que justifica las acciones que Washington instrumenta en contra de la Isla.

El tema principal de esta emisora es inmiscuirse en los asuntos internos de Cuba, bajo la cobertura de ser una emisora radial periodística. Aunque no es secreto que está adscripta al Departamento de Estado, para el común de los ciudadanos, pocos dados a investigar a fondo el carácter de las fuentes noticiosas que moldean sus vidas, se trata de un medio de difusión más. Aquí radica el veneno de sus noticias. Con esta presentación ponen sobre la mesa un cordero envenenado con el que intenta matar la mente de las buenas personas que buscan soluciones justas de la situación cubana, respecto a Estados Unidos y a sus problemáticas internas.

Recientemente y con total menosprecio de la verdad y de respeto a la ética periodística, la han emprendido contra el Cardenal cubano, Jaime Ortega Alamino.

En un editorial de poca elegancia, especialmente para un medio de esa naturaleza, el cual representa al Departamento de Estado del país más poderoso militar y económicamente del mundo, han catalogado de lacayo al Cardenal.

Aunque se han apresurado en decir que la emisora tiene criterios propios y que lo dicho no responde a la opinión de Washington, a ningún analista le caben dudas que la misma tiene que comportarse de acuerdo a los lineamientos generales de la política exterior estadounidense y que cuantas declaraciones salgan al aire por sus micrófonos, es responsabilidad de Estados Unidos. Por esta razón, inmediatamente que aparecieron comentarios críticos sobre dicho editorial, en periódicos como The Washington Post, se apresuraron en retirar de su página de Internet el sucio y desinformativo comentario.

Aunque Carlos García Pérez, Director de la Oficina de Transmisiones a Cuba, declaró que no se trataba de una opinión del gobierno estadounidense y que la eliminación del artículo de su página electrónica no se debió al escándalo que ocasionó en periódicos como The Washington Post, la verdad es que todos sabemos que semejante opinión involucra al gobierno de Estados Unidos quien aún no ha expresado una palabra sobre lo dicho en esa emisora de su propiedad.

La poca ética seguida por los pequeños pero poderosos grupos de origen cubano de Miami, en sus afanes por derrocar el proceso socio político cubano, los ha conducido a asumir conductas y a emitir opiniones, que ofenden a los mismos que les entregan todos los años sumas millonarias para que vivan del cuento de “combatir la dictadura castrista”. No sabemos si es el caso en esta oportunidad, pero si el Departamento de Estado no hace comentario al respecto, tendremos que concluir que quien “calla otorga”.

Sin pretender que este comentario pueda parecer un espaldarazo al gobierno de Cuba, la realidad es que tradicionalmente, la respuesta y los actos de ese gobierno, en el manejo de las relaciones entre los dos países, han sido mucho más claras, elegantes y muchísimo más a tono con la ética internacional, que la practicada por el Norte poderoso pero mal educado que, como decía José Martí, “nos desprecia”.

A estas alturas del proceso político cubano, tildar al Cardenal Ortega de lacayo, es confesar inescrupulosamente, que no se quieren soluciones negociadas para limar las asperezas y mal entendidos con el gobierno de Cuba y su proceso socio político.

Precisamente Ortega, con su paciencia y sabiduría, ha logrado colocar el nombre de la Iglesia cubana en alto, llevando más personas a sus templos y con habilidad y elegancia ha contribuido a reducir las tensiones de un pequeño grupo de cubanos, ante ciertos reclamos y roces que ha tenido con las autoridades cubanas. Entre estas gestiones podemos señalar la liberación de personas que por equivocación, mala voluntad, confusión o espíritu de grandeza, coordinaron planes con la Embajada de Estados Unidos en Cuba, para desestabilizar al gobierno cubano.

El pecado que este medio propagandístico, perteneciente al gobierno de Estados Unidos, atribuye al Cardenal Jaime Ortega Alamino, es haber tildado de delincuentes a una decena de personas que ocuparon una iglesia en Cuba poco antes de la visita del Papa Benedicto XVI.

Quienes siguieron el suceso saben que las personas involucradas en ese acto tenían antecedentes delictivos y otros presentaban problemas mentales. Es también conocido que la iglesia pidió a las autoridades que sacaran a las personas del local de manera pacífica y que fuesen tratados con el mayor respeto, cosa que ocurrió de esa manera. Contra ninguno de ellos se han presentado cargos, algo que seguramente no sucedería en Estados Unidos si a alguien se le ocurre ocupar un templo.

En la realidad lo que toda esta propaganda pretende y demuestra, es que esos pocos grupos de cubanos que interfieren y dificultan la vida de sus compatriotas de la Isla, solamente quieren la confrontación, la guerra y el terror. Por eso, entre las cosas dichas en contra del Cardenal Ortega, critican la defensa que éste hace de la reconciliación entre los cubanos.

Si el gobierno de Estados Unidos pretende realmente que las cosas cambien y quiere llegar a una relación estable con Cuba, lo primero que tiene que hacer es detener esta propaganda de poco gusto, mentirosa y ofensiva de quienes aspiramos a un mundo donde la prensa sea objetiva y no un corral de advenedizos y tramposos.

Además de la razón antes mencionada, debe hacerlo por razones morales y porque somos muchos los cubanos que vivimos fuera y dentro de la Isla, aspirando a un mundo de paz, que nos permita por nosotros mismo, construir nuestro futuro.

 

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., subdirector de Radio Miami

Fuente original: Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad

 

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Radio Martí, de nuevo el Cardenal. Por Lorenzo Gonzalo*

LorenzoGonzalo.FotoVirgilioPONCE


Por fin el gobierno de Estados Unidos se manifiesta en relación al ofensivo editorial escrito por el director de la Oficina de Transmisiones a Cuba, el señor Carlos Pérez.
Siendo Radio y TV Martí emisoras financiadas y reguladas por el Departamento de Estado de Estados Unidos, supuestamente todo cuanto diga, insinúe o suceda, en ese medio de difusión, está relacionado con la política exterior de este país.
El portavoz de la Junta de Gobernadores de Transmisiones, el señor Lynne Well, dijo refiriéndose al comentario irrespetuoso y desinformativo sobre el Cardenal cubano Ortega Alamino, recientemente publicado por Radio Martí y firmado por Carlos Pérez, que esa emisora tenía derecho a emitir comentarios y editoriales, debidamente firmados, sin importar el contenido.
Independientemente de quién lo diga, aun la misma Secretaría de Estado, ministerio al cual está adjunta esta Oficina de Transmisiones a Cuba, no hay explicación posible para confesar que un medio de esa naturaleza, confeccionado para fines propagandísticos y de desinformación, a favor de las políticas de Estados Unidos, esté autorizado a decir o hacer cosas que puedan contradecir el criterio o la estrategia de este poderoso Estado.
Quizás, la razón que con mucha frecuencia origina escenarios ambivalentes en relación a políticas internacionales estadounidenses o de actos de algunos de sus funcionarios, debemos encontrarla en el uso de declaraciones como estas, evidentemente copiadas de tácticas de inteligencia. No dudemos que algunas veces, dichas expresiones son producto de personas incapaces, pero en su mayoría responden a la dirección de los obscuros organismos cuyos trabajos consisten precisamente confundir.
La declaración del mencionado funcionario, dándole un espaldarazo al ofensivo editorial firmado por el tal Pérez, es la confirmación de que el Departamento de Estado descalifica al Cardenal y pretende crear la imagen de que la Iglesia Católica en Cuba, es una amanuense del gobierno cubano.
Radio Martí se creó en los años 80 para desestabilizar al gobierno de Cuba, coincidiendo con la época en que las cuestiones de la entonces Unión Soviética apuntaban al desastre y los centros de Poder de Estados Unidos apostaban por el inmediato derrumbe del proceso cubano, una vez que aquello sucediera. De alguna manera la aparición de una emisora como esta, cinco o seis años antes de la debacle soviética, dirigida a hacer propaganda dentro del pueblo de Cuba a favor del derrocamiento del gobierno de la Isla, estuvo concebida con propósitos de injerencia.
Pero más allá de labores que contradicen principios morales y sobre todo la ética de las relaciones internacionales, de la cual son signatarios la mayoría de los países, entre ellos Estados Unidos, el editorial acusando de lacayo a un prelado como el Cardenal Jaime Ortega Alamino es una bajeza.
Emisoras y medios de prensa fanáticos de Miami, se enfurecieron cuando el Cardenal dijo que quienes había provocado el show en La Habana eran delincuentes. Se trató de personas que penetraron en una iglesia negándose a salir de ella, hasta que no se cumplieran determinadas demandas políticas, que no se corresponden con los asuntos humanitarios que la institución atiende.
Cuando el Cardenal hizo esa declaración, no recurrió a la suciedad empleada por la mayoría de los políticos con el propósito de descalificar a un oponente, específicamente porque las personas que penetraron ilegalmente en ese recinto religioso, no son sus oponentes, sino unos pobres diablos confundidos por la propaganda bestial que existe alrededor de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.
El Cardenal se remitió a los hechos.
Las personas que ocuparon aquella iglesia se dejaron llevar por la propaganda desinformativa de los medios respecto a Cuba, especialmente cuando el suceso aparenta desafiar al gobierno cubano.
No importa cuán mínimos e insignificantes sean los acontecimientos o gestos asumidos por cualquier persona, incluso si se trata de actitudes provenientes de algún enfermo mental que deambula por las calles, cualquier acontecimiento es entrelazado como si se tratase de un asunto político y magnificado en la prensa durante varios días. Esa función está a cargo, específicamente a cierta prensa de Miami y al periódico El País de España. Las corporaciones que controlan y dirigen la información en ambos sitios, representando intereses estadounidenses, los utilizan como caja de resonancia de la política diseñada en Washington.
Como desgraciadamente el Control de la Información brinda la ventaja de convencer sin razones a la mayoría de los lectores, ya sea por repetición o presentando acontecimientos dignos del ridículo como heroicos sucesos, las agencias que mueven peones haciendo pagos espurios a diestra y siniestra, llevan a la opinión pública la impresión de escenarios que nunca existieron.
Esta estrategia de mover a personas ajenas a las complicadas relaciones políticas que separan a Cuba y Estados Unidos, como el caso de la decena de personas que se apoderaron unas horas de esa iglesia en Cuba, es una socorrida práctica de los organismos subterráneos de los Estados para involucrar a víctimas inocentes.
El Cardenal, hombre de enorme ponderación, fiel representante de su institución, interesado en estimular las bondades humanas por encima de odios inútiles, confiado en el poder de la meditación, se informó de lo que estaba ocurriendo en esa iglesia de inmediato. Lo cual, evidentemente no era nada difícil para él. Las autoridades además se le acercaron para saber cuál era su criterio y escuchar sus consejos.
El Cardenal supo de inmediato quiénes estaban allí, por el párroco del venerado recinto y pidió que fueran desalojados sin violencia y respetados de acuerdo a la Ley. Al final fueron desalojados con toda delicadeza y enviados a sus casas.
Cuando el Cardenal respondió a la prensa sobre este incidente durante su gira por Estados Unidos, no quiso minimizar o descalificar a ninguno de aquellos actores, pero mucho menos quería que lo llevasen por el camino de criticar al gobierno de Cuba en el tono que unos pocos fanáticos de Miami, con mucho poder, exigen de las personas cuando hablan sobre Cuba. Ya el Cardenal ha criticado y critica como se debe, en los asuntos puntuales que corresponden a las obligaciones éticas y morales de su iglesia.
Lo que le molestó a Carlos Pérez, el director de la Oficina de Transmisiones a Cuba, es lo mismo que le molesta a ciertos poderes en Washington que no quieren admitir que el Estado cubano no es el ogro que quisieran presentar, que nada tiene que ver con el estalinismo, lo GULAG y los crímenes que por miles cometieron gobiernos militares aupados por Estados Unidos en Latinoamérica y el Caribe, durante los años del terror de las décadas del sesenta y setenta.
No le perdonan al Cardenal su honestidad. Por todos los medios y con ayuda de los santos deshonestos (si tal aberración existiese) quisieran en Cuba una Iglesia Católica lacaya de sus intereses. En definitiva no odian el lacayismo, al contrario, siempre y cuando sea a su favor, es bienvenido. Lo que no pueden admitir bajo ningún concepto son las conductas honestas.
Eso es lo que les molestó del Cardenal Ortega. Pena debía darles, por apelar a tácticas tan ruines a la hora de criticar las políticas de un gobierno, simplemente porque les faltan razones de peso para hacerlo con la debida objetividad y con apego a la verdad.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., subdirector de Radio Miami

Fuente original: Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad

 

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Otra vez el Cardenal Ortega y la Prensa

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Por Lorenzo Gonzalo*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad.-  

Es ridículo que en medios de prensa de gran envergadura como BBC Mundo y otros pertenecientes a grandes corporaciones, continúen tratando el tema del Cardenal Jaime Ortega Alamino, pretendiendo señalar que sus declaraciones han provocado disgusto dentro de los “opositores” del gobierno cubano.

No se puede continuar llamando oposición a personas que causan problemas en lugar de brindar soluciones. Oposición en cualquier lugar del mundo, son aquellos que buscan soluciones consensuadas, acuerdos entre pensamientos múltiples y el acercamiento de las personas que están en la administración del Estado y las que realizan actividades de otra naturaleza.

Oposición somos nosotros, que vivimos fuera del país y todos aquellos que diariamente en Cuba, buscan cómo resolver los entuertos creados por criterios políticos que resultaron fallidos y buscan, con seriedad y dedicación avenidas personales, cubanas, propias, que permitan salir del atolladero, sin necesidad de recurrir a la crisis europea y a las brutales asimetrías salariales de Estados Unidos.

Oposición es respetar el orden de cosas, no desinformar, no mentir, no buscar exposición pública por la vanidad de andar en boca de la prensa, sirviendo de instrumento a los intereses que desean prevalecer por encima de reales procedimientos democráticos.

Quienes hemos criticado y criticamos al gobierno de Cuba y los millones de personas de valor y entendimiento que viven en la Isla, asumiendo sus derechos ciudadanos frente a las viejas barreras que aun se levantan a contrapelo de las realidades, no aceptamos callados que se le llame oposición a personas que son resultado de un accidente creado Son oposición esos que en Cuba y en el exterior persisten en reconocer las jerarquías y acatan los procedimientos escritos en la Ley, al tiempo que defienden otras políticas y nuevas leyes. Oposicionistas son aquellos que reclaman un cumplimiento estricto de la Constitución vigente, violada según muchos y cuya letra debería acatarse, antes que nuevas regulaciones sean implementadas.

La ausencia de Partidos Políticos, hace pensar que en Cuba no existe oposición cívica, cuando en realidad hay tanta discrepancia y posiciones como las existentes en Estados Unidos, donde el Poder está fraccionado en dos Partidos, el Demócrata y el Republicano. Pero aun dentro de cada uno de esos Partidos hay concepciones y opiniones que muchas veces son divergentes. En Cuba ocurre otro tanto, excepto que los funcionarios, dirigentes y civiles en general, no invocan una agrupación para demostrar o expresar criterios contrarios o diferentes a las políticas oficiales.

No vamos a negar que la represión social y el doctrinarismo dentro del proceso anterior a la caída del Bloque Soviético, prevalece aún, creando grandes limitaciones, pero eso no excluye la existencia de novedosas concepciones que se abren camino sin violar el orden del Estado cubano.

En Cuba hay cientos de personas ocupando cargos de gobierno y de instituciones estatales, que abiertamente rechazan el orden vigente, aunque mantengan la disciplina ciudadana y el acatamiento a la Ley.

Cierta prensa, la poderosa perteneciente a las grandes corporaciones, la que busca negocio y le interesa un bledo informar, insiste en presentar la política de Cuba, con una visión de Estado como la existente en Estados Unidos, Europa Occidental y otros países.

Esa visión confunde y hace pensar que constituye la única realidad política, la única verdad y que no habrá soluciones si no se aplican las mismas reglas.

Los patrones utilizados por la prensa al servicio de la política estadounidense, a la hora de analizar a la sociedad y el Estado cubano, son los mismos que se usaban durante la Guerra Fría. Como resultado, solamente obtienen una distorsión de la realidad.

Dicen que ha ocurrido un “divorcio entre la iglesia y la disidencia en Cuba”. Así reza hoy un título de BBC Mundo.

Para empezar en Cuba hay muchas iglesias y la última en ser aceptada, escuchada y respetada, ha sido la Iglesia Católica. Todo el mundo sabe que la Iglesia Católica confrontó al gobierno cubano por muchos años y que de sus filas surgieron multitud de personas que combatieron al gobierno del momento con las armas en la mano, cometiendo incluso actos de terrorismo bajo las órdenes de los servicios de inteligencia estadounidense.

Hoy, gracias a los cambios ocurridos en el pensamiento socialista, con los errores que llevaron a la URSS a su disolución y a la paciente labor de un Cardenal como Jaime Ortega Alamino, las cosas han cambiado radicalmente en Cuba y para la propia Iglesia representada por el Cardenal.

La Iglesia Católica en Cuba tiene hoy posiblemente mayor peso dentro de aquel país que el que pueda tener en Estados Unidos.

Desde que Cuba adoptó una Constitución Laica en 1992, devino un proceso de acercamiento entre las autoridades eclesiásticas y el gobierno. Fue un proceso lento porque la Iglesia fue crítica de actitudes hostiles y de procedimientos que no solamente limitaban sus funciones, sino elementales derechos ciudadanos.

Quienes dicen estar disgustados son personas que una prensa seria no debía presentarlos en sociedad. Si en Cuba fuesen un poco más creativos, los medios estatales les darían a los personajes que cierta prensa presenta como “opositores”, un espacio público. Estamos seguros que se convertiría en el mejor programa cómico del país.

No hay ninguna seriedad en continuar diciendo que la “oposición” cubana se ha divorciado de la Iglesia Católica. Lo que deben hacer es resaltar la apertura de sus templos y el espacio ganado dentro de esa sociedad, frente a las autoridades del Estado.

Pena y bochorno debían darles a los periodistas que por ganarse el pan están obligados a decir sandeces.

En Cuba hay mucho por hacer. No hay dudas. Somos muchos quienes no compartimos el ritmo de los ajustes y cambios que andan en proceso de implementación, pero con honestidad no se puede negar que un Estado no puede desenredar sus cuerdas tonta y locamente. Especialmente el Estado cubano, cuyo vecino insiste en su derecho de imponer normas a los demás.

La prensa que se sienta con más vergüenza, debía dedicar un par de días del mes a decir verdades sobre Cuba, asumir una postura objetiva, entre ellas criticando y ofreciendo opiniones alternas. Un par de días bastarían para que sus lectores y escuchas entiendan que el resto del mes, solamente reciben información enlatada y puras sandeces.

*Lorenzo Gonzalo periodista cubano residente en EE.UU., subdirector de Radio Miami

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¿Quién firma el editorial de Radio Martí contra el Cardenal Jaime Ortega?

 Edmundo García. Foto Virgilio PONCE 

Por Edmundo García*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad.-  

Carlos García, Director de la mal llamada Radio y Televisión Martí, ha firmado un Editorial que aparece publicado como texto principal en la página frontal de esa estación, titulado “Los límites del Cardenal”, donde se suma al ensañamiento con que los extremistas de siempre están acosando al Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana. El pretexto esta vez son unas palabras del Cardenal en la Universidad de Harvard, pero pudo haber sido otro. Les da lo mismo cualquier cosa porque lo que realmente desean es calmar la frustración tirando sus mentiras contra el prestigio y los logros en términos de convivencia y concordia que ha conseguido Su Eminencia el Cardenal Jaime Ortega en diálogo con el gobierno cubano.  

En su Editorial Carlos García considera al Cardenal un arrogante, le dice lacayo, carente de comprensión y falto de piedad y misericordia. Como habla en nombre de Radio y Televisión Martí, que es una Agencia del Gobierno Federal de los Estados Unidos, alguien debería aclarar si es esta la posición oficial respecto a la figura del Cardenal Ortega del Gobierno de Barack Obama, en cuyo caso debería ser expresada por el Departamento de Estado y no por una emisora de radio y televisión. O si Carlos García está tratando de hacer política exterior desde un rincón de Miami usurpando funciones que no le pertenecen, o se trata solamente de otro de esos libretazos que se dan en Miami para quedar bien con la extrema derecha cubanoamericana que intenta secuestrar la voz de esta comunidad. Pudiera ser algo de esto, porque el propio Carlos García no se cuida de explicar que “Radio y Televisión Martí están obligados a interpretar los hechos”, frase que demuestra que algún tipo de presión ha sentido el editorialista advenedizo.  

Carlos García considera “una canallada” que el Cardenal Ortega dijera la verdad a su auditorio en Harvard; que entre aquellos que invadieron el Santuario Diocesano y Basílica Menor de Nuestra Señora de la Caridad en La Habana el 13 de marzo habían delincuentes, un extraditado desde una prisión en los Estados Unidos y un sancionado por exhibicionismo; invasores que salieron sin que se usara la fuerza, como declaró la propia Iglesia el día 15 de marzo. También le disgustó a Carlos García que el Cardenal Ortega haya revelado que el recién fallecido Mons. Agustín Román le dijera durante una visita a Miami que no mencionara aquí la palabra “reconciliación”. Parece que Carlos García aún no conoce muy bien la ciudad de Miami, porque la palabra “reconciliación” todavía es peligrosa para ser pronunciada en medios controlados por la derecha cubanoamericana; como la palabra “diálogo”, o la frase “viajes a Cuba”. Aún están frescas las imágenes del bochornoso mea culpa que tuvo que hacerse un deportista del prestigio de Ozzie Guillén por dar una opinión sobre el Comandante en Jefe Fidel Castro a la revista TIME; y aún está bajo investigación el atentado contra las oficinas de Airline Broker, la agencia que operó los viajes a Cuba para asistir al encuentro pastoral con el Papa Benedicto XVI. Si eso pasó hace una semana, qué no estaría pasando quince años atrás alrededor del uso público del término “reconciliación”.  

En el inusual Editorial Carlos García se hace el dolido y se erige en defensor de la memoria de Mons. Román, asignándose a sí mismo la oportunista tarea de limpiar su historial. Lo que no dice Carlos García es que Mons. Agustín Román le hizo esa recomendación al Cardenal Ortega con conocimiento de causa; porque él mismo había sido víctima de los extremistas de Miami cuando se propuso actuar en el sentido de la “reconciliación” con el pueblo de la isla. El experimentado periodista Lázaro Fariñas, que por décadas ha vivido en la ciudad de Miami y la conoce perfectamente, dio testimonio de lo que había padecido Mons. Román bajo las presiones de esos que hoy dicen defenderlo. En una comparecencia ayer 3 de mayo en el programa “La tarde se mueve”, que conduzco en Miami de 5 a 6 de la tarde por la frecuencia 14.50 AM, Lázaro Fariñas recordó que había conocido a Mons. Román en un acto que se celebró a principio de los años 90 en el parque Martí de la calle 8, donde un cura enardecido dijo que para solucionar el problema cubano lo mejor era poner una bomba y matar al Comandante en Jefe Fidel Castro junto a todos sus acompañantes. Según Fariñas, el propio Mons. Román había considerado esas palabras como una barbaridad. Pero fue unos años después de ese encuentro personal que se puso bien de manifiesto la intolerancia contra Mons. Román, cuando ante un fuerte ciclón que afectó la isla propuso recoger ayuda solidaria para el pueblo cubano junto a Caritas, con el apoyo general de sectores de Miami; y comenzó a ser intimidado por las estaciones de radio de esta ciudad porque consideraban que eso era ponerse de parte del gobierno de Cuba. Incluso se le acercaron personas inescrupulosas y con historial de violencia, como José Basulto y Ramón Saúl Sánchez, que se empeñaron en empaquetar las ayudas en propaganda política anticubana. Fariñas recordaba ayer la cara de miedo de Mons. Román en la televisión de Miami, escondiéndose bajo un ancho sombrero mientras hacia sus declaraciones.  

Muchos de quienes entonces aterrorizaban a Mons. Román ahora lo encumbran contraponiéndolo al Cardenal Ortega. El periodista Lázaro Fariñas concluye que no le extraña en absoluto que Mons. Agustín Román le haya recomendado al Cardenal Jaime Ortega no usar la palabra “reconciliación” en sus homilías en Miami, porque por propia experiencia sabía la ira que podía despertar.  

El “editorialista” Carlos García califica a Mons. Agustín Román como “Obispo exiliado”, y es verdad, porque Mons. Román perteneció a aquella vieja Iglesia que en los comienzos de la revolución cubana se prestó para sabotearla, protegiendo a prófugos y secuestradores, secundando campañas preparadas en el extranjero como la Operación Pedro Pan y otras, y contando para ello con el rencor de curas franquistas destacados en la isla, el frente más amplio con el que contó la contrarrevolución.  

En el contexto de la naciente revolución personas como Mons. Agustín Román sencillamente no cabían, sobraban en el joven proyecto cubano y acabaron en Miami como parte de aquella tradicionalista iglesia, vinculada a la extrema derecha cubana y los intereses del gobierno de los Estados Unidos. Con el tiempo Mons. Román llegó hasta suscribir cartas a la entonces Presidenta de Panamá Mireya Moscoso para que indultara al terrorista Luis Posada Carriles y sus cómplices. Por cierto, ni siquiera después de su muerte la derecha cubanoamericana de Miami respetó la paz de Mons. Román y obligó a su cortejo fúnebre a hacer un alto en el monumento a los invasores de Playa Girón, antes de llevarlo a su lugar de descanso.  

En Miami se ha desatado una persecución y acoso verbal contra el Cardenal Jaime Ortega, quien representa una nueva Iglesia. Una Iglesia abierta que se ha sentado a conversar con el gobierno cubano, con otros grupos religiosos dentro de Cuba, con sectores de emigrados, con políticos y académicos norteamericanos y de otras partes del mundo. Esta nueva etapa de la relación entre la Iglesia católica y el gobierno cubano la saludan los principales líderes internacionales; precisamente hoy la prensa cubana ha publicado una carta de Su Santidad Benedicto XVI al Presidente de Cuba Raúl Castro, recibida el pasado 27 de abril, donde le agradece todas las atenciones ofrecidas en su viaje a la isla, deseándole al gobierno, al pueblo cubano y a la Iglesia muchos éxitos en el proceso de transformación social que se han planteado. Dice Su Santidad en una parte de su misiva: “que Cuba continúe avanzando con decisión por los caminos de la libertad, la solidaridad y la concordia, para el bien común y el recto progreso de todos sus hijos e hijas”. Este espíritu de cordialidad y esperanza que se respira en las fuerzas sanas de la sociedad cubana, nada tiene que ver con el resentimiento que se expresa en Miami contra la sobresaliente figura del Cardenal Jaime Ortega.

Y antes de terminar vuelvo a preguntar: El editorial contra el Cardenal Jaime Ortega que firma Carlos García en nombre de una Agencia Federal del Gobierno de los Estados Unidos: ¿es una posición personal o es la posición oficial del Gobierno de Barack Obama? Creo que el Departamento de Estado debería dar una respuesta.

*Edmundo García periodista cubano residente en EE.UU., conductor del programa "La Noche se Mueve".

Fuente: Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad

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Los miserables ataques de Radio Martí, al Cardenal cubano 

Lázaro Fariñas@VirgilioPONCE

Por Lázaro Fariñas*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación-Cubasolidaridad.-

  Al comienzo de la Revolución, la Iglesia Católica de Cuba mantuvo, por medio de sus representantes, una actitud de confrontación con el nuevo gobierno que llegaba al poder. Los encontronazos no se hicieron esperar y muchos templos de Cuba se convirtieron en verdaderos nidos conspirativos. Hasta cierto punto, la Iglesia había abandonado su misión evangelizadora, para convertirse en un movimiento de acción política. La Agrupación Católica Universitaria, ACU, se transformó en un local de reclutamiento contrarrevolucionario. No le fue bien al catolicismo cubano haber adoptado esa posición. Haber escogido la confrontación en vez de la reconciliación, frente a un gobierno inmensamente popular, llevó a la Iglesia a una etapa difícil de su existencia. 

Al pasar los años, la Iglesia Católica Cubana comenzó un proceso lento de acercamiento a las nuevas realidades que se habían implantado en la sociedad cubana. Surgió una actitud de respeto y de diálogo con las autoridades del país, que la ha llevado a tener un mayor espacio dentro de la sociedad cubana para su labor evangelizadora. Nuevas relaciones e intercambio de ideas con las autoridades del gobierno han tenido grandes logros que han sido positivos para la labor de ambos. Realmente, es confortante ver los resultados que una relación de diálogo y de respeto puede lograr. Las autoridades eclesiásticas de la Isla lo han entendido así y así han actuado. 

La visita del Papa Juan XXIII en el 98 y ahora la del Papa Benedicto XVI, han sellado esa relación de respeto que existe en la actualidad entre la Iglesia y el Estado. 

Las visitas de ambos papas a Cuba trajo como consecuencia una ola de crítica de la ultraderecha cubano americana contra la Iglesia Católica y sus representantes, en especial, contra le figura del Cardenal Jaime Ortega. ¿Qué quiere esa ultraderecha cavernícola de Miami? Muy sencillo, que la Iglesia abandone el camino de diálogo emprendido y utilice la confrontación frente al gobierno revolucionario; que apoye a los asalariados opositores de la Isla y no converse con las autoridades del país; que secunde las mentiras inventadas en Miami contra la Revolución Cubana; que apoye las políticas agresivas del gobierno de los Estados Unidos contra Cuba y su pueblo; que se convierta en una organización contrarrevolucionaria, etc., etc. Eso es lo que pretenden estos elementos anticubanos de Miami y sus asalariados dentro de la Isla, pero es, precisamente, lo que la Iglesia, inteligentemente, no ha hecho, ni va a hacer. La Iglesia reconoce su verdadero papel dentro de la sociedad y lo está cumpliendo a cabalidad. 

El Cardenal Jaime Ortega merece el más profundo respeto de todo cubano que sienta amor por su Patria, por tener una postura digna y respetuosa, por tratar de cumplir con los principios de la Iglesia que representa y por ser un hombre de bien. Calificar al Cardenal de otra forma es, cuando menos, indigno y canallesco. 

El que la caverna de Miami ataque a Ortega es entendible por la poca monta moral que tiene ese elemento, pero que una agencia gubernamental de los Estados Unidos ofenda la persona del Cardenal es deleznable.  

La emisora que utiliza el gobierno norteamericano para hacer propaganda contra el gobierno y pueblo cubano de la Isla hace unos días publicó un editorial incendiario en el que ofende al Cardenal cubano, solamente por este haber hecho unas declaraciones en la Universidad de Harvard, en las cuales decía una serie de verdades sobre un grupo de delincuentes que quisieron boicotear la visita del Santo Padre a Cuba y además, por hablar de un consejo que le había dado el fallecido obispo de Miami, Monseñor Agustín Román, en una visita que él hizo a esta ciudad hace varios años atrás. 

El bochornoso editorial de Radio Martí fue escrito por el director de dicha planta radial, el cubanoamericano Carlos García Pérez. García Pérez hizo unas declaraciones al Nuevo Herald de Miami afirmando que Radio Martí es una empresa financiada por el gobierno de EE.UU. y que ellos tienen independencia editorial. Miente miserablemente el personaje, ya que Radio y TV Martí no es una empresa que es financiada por los Estados Unidos, sino que pertenece a una agencia federal bajo la supervisión de una junta de gobernadores que son nombrados, directamente, por la Casa Blanca. Esa independencia de que habla el director, de hecho no existe, y menos cuando se trata de un editorial que es lo que representa la opinión oficial de cualquier empresa periodística.  

¿Son las opiniones vertidas en el editorial de marras las opiniones oficiales del gobierno de los EE.UU. sobre la Iglesia Católica Cubana y su Cardenal? Creo que el gobierno que preside el presidente Barack Obama le debe una explicación a los católicos cubanos y si esa no es la opinión oficial del gobierno, lo menos que puede hacer la Casa Blanca es despedir a Carlos García del alto puesto que mantiene en esta administración. No se puede estar conversando cordialmente con la Iglesia y con el Cardenal y por la espalda respaldar las miserables declaraciones de García. Eso es una puñalada trapera y es inaceptable. Si el gobierno de Barack Obama respalda ese editorial, que lo diga abiertamente y que no haga como la famosa gatica de María Ramos, la que tira la piedra y esconde la mano.

*Lázaro Fariñas periodista cubano residente en EE.UU.

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