Rigoberta Menchú. El derecho a la indignación pacífica

Publicado en por Ivonne Leites. - Atea y sublevada.

Rigoberta-Menchu.jpgHemos visto recientemente en Europa, concretamente en España y Grecia, cómo ciudadanos y ciudadanas, particularmente jóvenes, se movilizan masivamente para manifestar su total indignación frente a los profundos problemas no resueltos en sus países. Indignación que también se manifestó recientemente en países de África y Asia.

Lo que demanda el movimiento de los indignados es democracia real a partir de cambios en el sistema político y económico. Exigencia que igualmente recorre por muchos países, y no se diga Guatemala.

Si en algo ilustran las movilizaciones de los indignados es que no hay que perder la capacidad de indignarse.

En Guatemala, no sólo por los efectos de la realidad que se sufre en lo individual y familiar sino por todo aquello que con gravedad pasa a quienes históricamente siguen sufriendo de hambre, desnutrición, pobreza, y pobreza extrema, y que cargan todavía con todo el peso de la violencia. ¿Cómo no indignarse por los 49 niños de cada 100 que en Guatemala sufren desnutrición crónica? y ¿por qué Guatemala ocupa el primer lugar en América Latina y el sexto en el mundo con esta realidad? ¿Cómo no indignarse por los 15 de cada 100, es decir aproximadamente 2 millones de guatemaltecos, en pobreza extrema, que el día de hoy no podrán comer? ¿Cómo no indignarse por la violencia que se ensaña contra la población y se permiten masacres y crímenes horrendos como los perpetrados en La Libertad, Petén, o por el del fiscal Allan Stowlinski Vidaurre, atribuidos al crimen organizado?, o el del campesino Óscar Reyes, en Panzós, Alta Verapaz, o el de Ider Joel Hernández, secretario de finanzas del Sitrabi, en Izabal, muy probablemente como consecuencia de la lucha por sus derechos.Y cómo no indignarse por la corrupción que campea y por estar a punto de que Guatemala se constituya en un narcoestado.

Todo esto merece la más profunda indignación, pero sobre todo merece romper con la indiferencia y la más amplia movilización en favor del cumplimiento de las leyes, de seguridad y justicia.

Los cambios profundos están en manos de los ciudadanos honestos y conscientes.

(S.21)

 

 

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