Se realizó una nueva marcha del movimiento educativo en Chile
Más de 100 mil personas entre estudiantes, profesores y representantes de distintos sectores sociales marcharon este jueves en Chile. Exigieron al Gobierno de ese país que garantice una educación pública y gratuita. Carabineros reprimió la protesta.
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La presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), Camila Vallejo, cifró en 150 mil los asistentes a la marcha estudiantil.
En ese sentido, el vicepresidente de la FECh, Francisco Figueroa, destacó que la convocatoria de esta marcha "reafirma que el movimiento estudiantil sigue en pie".
La movilización de este jueves contó con el respaldo de decenas de organizaciones sociales. También estuvo presente el gremio de la Salud Pública que realiza una huelga de 72 horas contra la privatización de ese sector.
La manifestación se desarrolló principalmente en el centro de la ciudad de Santiago. También se registraron movilizaciones en distintas regiones del país.
La policía militarizada de Chile reprimió a un grupo de manifestantes que marchaban por un recorrido no autorizado. Los efectivos utilizaron bombas de gas lacrimógeno y carros lanza aguas para dispersar la marcha.
Posteriormente, los efectivos policiales continuaron la represión en distintos sectores de la ciudad. También reprimieron a los estudiantes que marchaban por sectores autorizados. Por estos motivos, la movilización concluyó antes de lo previsto.
La dirigente de los estudiantes secundarios, Paloma Muñoz, denunció que algunos de sus compañeros "fueron golpeados por la policía y varios fueron heridos".
Tras la movilización, representantes del movimiento estudiantil se reunirán en la tarde de este jueves con el ministro de Educación, Felipe Bulnes. Será en el marco de una mesa de trabajo.
Además de los dirigentes universitarios, participarán de la reunión los profesores, rectores y representantes de los estudiantes secundarios.
Los universitarios criticaron al Ministro por no darles a conocer el ítem de Educación de la Ley de Presupuesto 2012, antes de su envío al Congreso.
En ese sentido, el ministro secretario general de Gobierno, Andrés Chadwick, calificó como "un impulso juvenil" la petición de los estudiantes.
Vale recordar que casi la totalidad del actual sistema educativo chileno fue privatizado tras las reformas instauradas por la dictadura de Augusto Pinochet entre 1973 y 1990.
Sólo el 40 por ciento de los escolares chilenos estudia en colegios públicos gratuitos. A nivel universitario no hay posibilidades de estudiar en forma gratuita. (PÚLSAR)
ea
29/09/2011
Audios disponibles:
Reporte de Roberto Fuentealba de Radio Tierra
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Patricio Contreras, presidente de la federación de estudiantes de la Universidad de los Lagos. (expectativas)
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Chile, estudiantes: nuevos apaleos y Camila Vallejo en la prensa extranjera
El viernes los estudiantes secundarios de la comuna de Providencia —antaño la más elegante de la capital chilena— no domiciliados en ella, fueron zaheridos, ofendidos, humillados y amenazados con la expulsión. La acción correspondió al intemperante alcalde Labbé, ex militar vocacionalmente pinochetista. El lunes los mismos —y otros— estudiantes fueron brutalmente apaleados por la policía. Las chicas, cartón lleno, fueron manoseadas y golpeadas por la soldadesca. ⎮LAGOS NILSSON.
Los vehículos emisores de "gas disuasivo" y carros lanzaagua (en la jerga popular zorrillos y guanacos) hicieron su agosto; no hay seguridad acerca de dónde partió la orden para ejecutar semejante "procedimiento", pero comienza a establecerse la certeza de que los estamentos del pinochetismo cobran fuerza al interior de las fuerzas policiales y en algunas canchas políticas.
Indignados tanto agentes de gobierno como oficiales de la policía reclaman por agresiones al personal de Carabineros. La imagen (izquierda) ilustra esas agresiones.
La acción de ayer lunes en la mañana probablemente tendrá efectos no deseados para el gobierno de Sebastián Piñera, toda vez que entorpece las posibilidades de que su lento, sinuoso y a ratos contradictorio acercamiento para establecer un diálogo tanto con estudiantes secundarios como universitarios. En el fin de semana Labbé (abajo, der.) aseguró urbi et orbi en un programa de televisión que su determinación de cerrar colegios en Providencia había sido comunicada, deslizando que además apoyada por el ministro de Educación Felipe Bulnes: hoy Bulnes lo desmintió tajantemente.
Un buen sector de los "pingüinos" se planteaba esta tarde, como posibilidad, cerrar los canales de comunicación con las autoridades, y entre los universitarios el "shock" ocasionado por la brutalidad policial aceleraba algunas discusiones en torno a la inconveniencia de intentar acuerdos con el gobierno, habida consideración de su trayectoria zigzagueante en las materias que se discuten. Algunos observadores creen ver una fractura —más evidente entre los secundarios que en la enseñanza superior— entre los sectores más activos e independientes y las huestes proclives a oír al Partido Comunista.
Alegarían estos sectores que el PC negocia el movimiento estudiantil como parte de un paquete de asuntos políticos que incluiría su ingreso al "stablishment" político sin escuchar debidamente las reivindicaciones estudiantiles. Cabe considerar que si bien todos los miembros del "stablishment" coinciden en considerar importante, y hasta heroica, la conducta estudiantil, lo cierto es que ello no pasan de ser —como la infortunada alocución del presidente Piñera en la ONU— meras palabras de hipócrita buena crianza. Si el denominado "país político" tuviera verdaderamente intenciones de sumergirse en el problema de la educación éste nunca hubiera llegado a la cota actual.
Se diría que las muchachas y muchachos chilenos han quedado solos y seguirán solos. Pinochet liquidó una generación —entre represiones, vista gorda al alcoholismo juvenil y drogadiccón—; la Concertación frustró a los que no pudo hacer dormir, con las mismas herramientas; acaso los herederos del general piensen que es hora de hacer callar a una tercera. El problema es de qué modo.
La situación es compleja, y se volverá muy grave si los esfuerzos en marcha por dividir a los estudiantes —y en menor medida a los padres y apoderados— consiguen encontrar la puerta para hacerlo. Quizá es hora de que otros estamentos de la sociedad decidan de qué lado están. Para no volver a oír la canción de Violeta Parra, esa de que matan a nuestras palomas. ¿La recuerda?
Chicas y chicos llevan cinco meses en paro y con escuelas y facultades en toma. El gobierno apostó a deseslabonar el movimiento por cansancio: fracasó; está por delante, como inmediato, el asunto de la ley de presupuesto: el gobierno calla, responde a palos. En México, la Argentina, Colombia —para no alargar la lista— a los estudiantes se les entrega solidaridad. Quién sabe, la educación se convierte en materia de discusión internacional.
En esta anudada, frágil y oscura realidad, con decenas de miles de niños y muchachos, por ejemplo, a un tris de perder el año escolar —y lo van a perder porque a veces la dignidad es más fuerte— no deja de ser instructivo leer el artículo que, sobre Camila Vallejo, se publicó en un medio en España. Es la Pasionaria juvenil:
Camila Vallejo, la joven revolucionaria de la primavera chilena
Han pasado cuatro meses desde que los estudiantes de Chile tomaron las calles y ocuparon sus centros educativos. En dos semanas más, el Ministerio de Educación dará por terminado el primer semestre lectivo. Las organizaciones estudiantiles están pensando en volver a clase, pero reservando unas horas semanales para manifestarse. Vallejo tiene 23 años, estudia Geografía y es una de las líderes de los estudiantes, su familia está preocupada porque ha recibido amenazas de muerte. ⎮JORGE BARRENO
Los estudiantes quieren una educación pública, gratuita y de calidad. Chile es el país de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) donde la educación superior pública es más cara. De las universidades privadas, sólo en Estados Unidos cuestan más. Estudiar en un centro educativo superior chileno vale por encima de los 6.000 dólares al año, en un país donde el sueldo mínimo es de 380 dólares al mes.
Tener un hijo estudiante universitario supone gastar el 40 por ciento del ingreso familiar. El estado chileno aporta un 16,1 por ciento de los costes en educación superior, siendo el país de la OCDE donde más pagan los estudiantes de su propio bolsillo. Sólo una de cada cinco familias puede hacerse cargo de los pagos sin pedir préstamos.
Una mujer al frente de las movilizaciones
Las organizaciones estudiantiles quieren cambiar el turbio panorama educativo chileno. Al frente se encuentra una mujer. Joven, guapa, de profundos ojos azules, de rasgos delicados, directa, pausada, con las ideas claras. Se llama Camila Vallejo, tiene 23 años, estudia Geografía y es la presidenta de la FECh, la Federación de Estudiantes de Chile.
Hija de dos militantes del Partido Comunista Chileno, Camila es uno de los personajes políticos mejor valorado de Chile, con un 68 por ciento de aprobación, un 40% más que el presidente del país, Sebastián Piñera.
"En este preciso momento se inicia la primavera del pueblo de Chile. Es hora de avanzar hacia una educación pública gratuita de calidad para todos", manifestaba Camila hace un mes en la última reunión masiva que aglutinó a un millón de personas en el Parque O'Higgins de Santiago, cuando los rayos de sol comenzaban a apuntar tras el duro invierno andino.
Amenazas de muerte
Reinaldo Vallejo, el padre de Camila, estudió gratis en la Universidad antes de que se privatizara durante el gobierno [dictadura] del general Augusto Pinochet. El 10 de marzo de 1990, el día antes de dejar el Gobierno, el dictador promulgaba la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), reduciendo el papel del Estado en la educación. Se transformaba así en un mero regulador, delegando la enseñanza en el sector privado.
Reinaldo Vallejo se siente muy orgulloso de su joven hija, quien, junto a miles de estudiantes, podría cambiar la actual situación educativa. Sin embargo, está preocupado. Hace unos días aparecieron en las redes sociales mensajes del tipo: "Mejor cámbiate de casa o si no sufrirás un extraño accidente, por lameculos de la internacional comunista", "te vamos a matar por perra" o "se mata a la perra y se acaba la leva".
Además, se 'filtraron' los datos personales de Camila, incluyendo la dirección de su casa y el número de su teléfono fijo, así que la dirigente estudiantil tuvo que recibir asistencia policial. "Por su seguridad, no queremos que ande sola, ni que venga a la casa, porque nuestra dirección es pública. Si le pasa algo a Camila, el responsable es el gobierno, que está dando carta blanca para que ocurra cualquier cosa", comentaba Reinaldo Vallejo.
Rumores de 'pololeo'
Sin embargo, los días de las amenazas parece que pasaron y el gobierno y los estudiantes comienzan a ponerse de acuerdo. La primavera se va tornando calurosa y los medios de comunicación chilenos faranduleros hablan del romance de Camila Vallejo con Julio Sarmiento, ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y senador de la casa educativa.
El supuesto 'pololo' (novio) de la estudiante desde hace unos meses, Julio Sarmiento, estudia Medicina y nació en Cuba, aunque en 2002 se trasladó a Santiago de Chile. Como Camila, milita en el Partido Comunista. A ninguno de los dos les gusta hablar de su supuesta relación y, menos aún, de su difusión mediática, aunque en la última manifestación por las calles santiaguinas, por primera vez, se les vio juntos.
Digan lo que digan, Camila Vallejo se mantiene fiel a sus principios: "Las marchas son nuestra principal herramienta (de presión), pero también los paros", manifestaba el pasado jueves, durante la última marcha.
Aunque vuelvan a las aulas, los estudiantes de Chile siguen en sus trece. De nuevo tienen programadas movilizaciones para el 29 de septiembre y para el siete de octubre, día en el que se prepara un acto masivo repleto de actividades culturales. La primavera y el buen tiempo acompañan para echarse a la calle.
* Periodista.
En www.elmundo.es
Chile, dilema: si yo no gano, no gana nadie
Para un pillo profesional, que está ante un problema muy grande, hay maneras y maneras de componer las cosas. El palo y la zanahoria son sólo instrumentos básicos. El verdadero arte está en la combinatoria, en la capacidad de distinguir planos y matices, en defender lo fundamental. Hay todo un arte en decir “estamos abiertos al diálogo” y a la vez ofrecer sólo vaguedades, o medidas que confirman y profundizan lo que ya hay. ⎮CARLOS PÉREZ SOTO.*
Por supuesto, aún con este arte, se pueden cometer excesos, como que el señor Presidente de la República sostenga que esta es “una causa noble, grande y hermosa” sin asumir en absoluto que se trata de un movimiento que explícita y reiteradamente se ha pronunciado en contra de todo lo que él mismo representa.
Pero la presencia de cientos de miles de estudiantes en las calles ha complicado las cosas. Ni gestos de grotesco “acercamiento” como esas palabras, ni los gestos de grotesca apelación a la autoridad, como el del alcalde de Providencia, pueden ya resolver, o siquiera avanzar, hacia una posición más favorable para el bloque dominante. El gobierno necesita reacomodar fuerzas y objetivos. Hace unas semanas escribí sobre una modalidad posible de la componenda, el arreglín, la estrategia en que todos aparecen ganando pero el movimiento pierde sus objetivos fundamentales. La fuerza del movimiento ha sobrepasado esa posibilidad… al menos temporalmente.
Es importante detenerse y especificar en qué consiste y de dónde proviene esta fuerza. Consiste en una sistemática desconfianza hacia las fórmulas de compromiso, y una claridad masiva en torno a un gran objetivo: la recuperación efectiva de la educación pública. Proviene de una amplia frustración ante las promesas incumplidas, agravada por la acumulación sostenida y progresiva del daño que el modelo económico ha significado para los niveles de vida de la enorme mayoría de la población.
Endeudamiento, precarización laboral, segregación social, inseguridad y angustia ante el futuro apenas disimulada por el consumo masivo de fármacos tranquilizantes, y por el alivio ficticio de la capacidad de endeudamiento. Es una fuerza objetiva porque los problemas que la sustentan son objetivos, porque la indignación acumulada y apenas expresada hasta hoy es demasiada.
No es fácil para el poder, entonces, la fórmula feliz del “todos ganan”. Al menos no por ahora. No mientras no haya una amplia catarsis social que alivie, al menos temporalmente, las presiones. Pero entonces, si esa catarsis es necesaria, alguien tiene que perder. El asunto clave es llevar claramente la cuenta de qué es lo que se pierde y quién debe aparecer dando la cara por esa pérdida. Siempre es así. Calculadora en mano. Distinguiendo lo esencial de lo accesorio. Si no se puede ganar en toda la línea concentrarse en lo esencial. El resto sólo es control y administración del daño.
Que el mismo señor vocero de gobierno salga a decir que “sería un error desconocer la fuerza del movimiento estudiantil” muestra algo claro: el gobierno ya perdió esta pelea en el plano político. Al menos este gobierno, y con toda probabilidad el próximo, no podrán sacarse de encima una demanda que se ha socializado, que se ha hecho explícita en los más amplios sectores, que actúa de índice y síntoma de innumerables otras demandas. Hoy hasta en el último hogar de Chile se conversa de educación, y en Punta Arenas esto deriva fácilmente hacia el problema del gas, y en Calama hacia la falta de recursos locales, y en cada hogar con hijos en la universidad hacia las deudas que crecen y crecen.
¿Ya perdieron, ya ganamos? No es tan simple. Estamos nuevamente en un punto crucial en que es necesario distinguir lo esencial, no perder de vista el fundamento o, también, en buenas cuentas, de recordar claramente qué es lo que puede golpear más profundamente al modelo neoliberal.
En primer lugar es necesario distinguir lo que se puede perder o ganar en el plano político de lo que se puede perder o ganar en otro plano que llamaré, de manera provisional, estructural. Y, también, en cada uno, cuáles son los plazos en que se mantendrán vigentes esas ganancias y pérdidas. Incluso, en el nivel político, es necesario distinguir las alzas y bajas superficiales y temporales de las de corto y mediano plazo.
Como muy bien ha dicho un dirigente estudiantil, no podemos evaluar la fuerza de este movimiento por un People Meter. El gobierno, en cambio, parece hacerlo cada día, y esta no es sino una muestra más de su variada torpeza.
Más allá del desgaste, en el corto plazo, este gobierno ha perdido políticamente. Y, lo que es aún más profundo, aún en el caso de que el gobierno gane en el corto plazo, digamos, que vuelva a subir en las encuestas, o que la derecha vuelva a sacar un 40% en las elecciones municipales, la cuestión es que ha perdido también en el mediano plazo. Aunque logre sofocar las indignaciones de hoy estas no harán sino resurgir una y otra vez. Y mientras mayor sea la violencia física o simbólica con que lo haga mayor será la radicalidad con que resurjan.
Algo muy profunda ha cambiado en Chile. Este es por ahora el mayor éxito alcanzado, y quizás el más duradero. Pero no es suficiente.
Lo que debemos preguntarnos desde ya es si el modelo imperante habrá sufrido con eso una derrota real o no. Es la amarga lección de lo que a estas alturas podríamos llamar el “síndrome Concertación”: sabemos que la derecha puede sufrir una profunda derrota política sin que el modelo económico, que es su núcleo esencial, sea tocado en lo más mínimo o, peor aún, una derrota política que puede ser acompañada de la profundización de lo que siempre ha sido su objetivo fundamental. Supongamos que la derecha nominal pierde las elecciones del 2012, y las del 2014, la amarga pregunta que aún así queda pendiente es: y entonces, ¿quién nos liberará de nuestros “liberadores”?
Este es el nuevo escenario. No ya “todos ganan” sino más bien “todos pierden”. Pero con un detalle fundamental: “yo (Piñera) pierdo en el plano político, pero ustedes (movimiento estudiantil) no logran ganar nada de fondo”. O, peor: la derecha explícita pierde ahora, la derecha encubierta gana mañana, y en todo el trámite, atravesado por vacaciones y elecciones, los objetivos profundos del movimiento se pierden en un montón de becas, en nuevas formas de endeudamiento, en traspasos cosméticos en la educación municipal.
No estamos condenados a esta nueva forma de la componenda. Tenemos fuerza para ir más allá. Para esto hay que ser extremadamente pragmáticos. Mantener una larga marcha. Retroceder y avanzar, retirarse y volver a la calle una y otra vez. No dejarse llevar por la política que se organiza desde las encuestas y los medios, no desanimarse por las vacaciones, las recuperaciones de clases, o la farándula electoral previsible para el próximo año. No perder de vista lo esencial: lo esencial es el modelo económico, no la cantidad de concejales que obtengan nuestros supuestos representantes.
En las demandas educacionales, que son y deben seguir siendo el foco principal de este movimiento, lo esencial es la demanda de educación gratuita y de calidad para todos los chilenos, en todos los niveles del sistema. Lo esencial es reclamar la completa responsabilidad del Estado en garantizar de manera real y efectiva este derecho básico, como un derecho general, no como un remedial para algunos sectores que no puedan alcanzar las exigencias del mercado, que no cuenten con recursos para satisfacer la avidez del lucro. Y eso implica un cambio radical en la manera en que el Estado asume el gasto en educación: eso implica terminar con el sistema de subvenciones.
Eso es lo fundamental. Terminar con la subvención estatal al negocio educacional privado, tenga o no fines de lucro, atenta directamente contra los dos modos imperantes de renuncia del Estado a su responsabilidad fundamental: el aberrante sistema de subvenciones a los privados que lucran con la educación, y la indisimulada complacencia de las subvenciones a los privados que dicen que no lucran, aunque de hecho lo hagan, o que financian con recursos de todos proyectos ideológicos particulares.
Pero hay también otros objetivos, más inmediatos y particulares, que también apuntan hacia esta, que es la gran dirección fundamental:
– La Tarjeta Nacional Estudiantil, que permita acceder a locomoción a un costo menor, que permita el acceso a beneficios de salud y culturales, durante todo el año, es un objetivo sentido por todo el movimiento, que beneficia de manera transversal, y que obliga al Estado a enfrentar de otra forma los vergonzosos compromisos que ha mantenido con los empresarios del transporte.
– El fin de toda forma de endeudamiento bancario para acceder a la educación, y su reemplazo por sistemas de becas directas, a todos los estudiantes de las universidades que las requieran.
– El desarrollo de un sistema de financiamiento basal para la educación municipal, financiamiento directo, estable, por proyecto, que debe empezar por asumir al menos el 50% de sus costos, y debe aumentar progresivamente hasta cubrir el 100%.
– El desarrollo de un sistema de financiamiento basal para las universidades del Estado, y las tradicionales no privadas, que debe empezar por asumir el 50% de sus presupuestos.
Incluso hay demandas todavía más particulares, que ni siquiera requieren costos actuales para el Estado, y que apuntan a cuestiones esenciales:
- La condonación de todos los Créditos con Aval del Estado (CAE) que ya han sido recomprados a la banca, y la condonación automática de todos los Créditos que se compren de ahora en adelante.
- La condonación de todos los créditos educacionales otorgados por el Estado, o por el Banco del Estado, cuyos pagos han superado ya el capital inicial comprometido.
- El fin del cálculo de las subvenciones educacionales por la asistencia media en la educación básica y secundaria, y su reemplazo por un cálculo basado en la matrícula.
- El congelamiento de toda subvención educacional a privados, tengan o no fines de lucro, y el cierre de todo nuevo ingreso de privados a ese sistema de financiamiento.
Si se trata de ir a una mesa de negociación, estos son puntos concretos y esenciales. Retroceder desde ellos sería la verdadera derrota. Ni la indignación acumulada, ni el gran despertar de Chile, ni la amplia y profunda discusión iniciada en todos los sectores de la sociedad chilena sobre el modelo que nos han impuesto, ni los dividendos electorales que se obtengan de todo ello, serán triunfos reales si no logran afectar lo que es la esencia y fundamento de nuestras miserias.
Este gobierno ya perdió, esa es una gran victoria. El asunto ahora es evitar que el reverso de esa victoria sea, una vez más, nuestra propia derrota. Se puede ya adivinar la ira y la frustración de nuestro presidente: “es cierto, nadie me quiere, pero si no gano yo, al menos que no gane nadie”.
* Profesor de Física. Universidad ARCIS, Chile.
Tomado de