Brasil: A 32 años de su fundación... El Partido de los Trabajadores

Publicado en por Ivonne Leites. - Atea y sublevada.

http://www.correiocidadania.com.br/images/stories/manchetes/100212_pt_privatiza.jpgHistóricas banderas políticas del PT -como la reforma agraria, la reforma tributaria a favor del mundo del trabajo, la reforma urbana, la revisión de las delictivas privatizaciones, el control democrático de las estatales o el cambio de modelo económico-, fueron abandonadas y sustituidas sin ceremonia en nombre de lo que se denominó gobernabilidad.


Paulo Passarinho *  
Correio da Cidadania
http://www.correiocidadania.com.br/

 
El Partido de los Trabajadores completa, el día 10 de febrero, 32 años. En ese día, en 1980, en el Colegio Sion, en Sao Paulo, el Movimiento Pro-PT -reuniendo los más diferentes segmentos de trabajadores, estudiantes, intelectuales, comunidades eclesiales de base, lideres combativos del movimiento sindical y militantes de diversas organizaciones de izquierda, clandestinas, por fuerza de la dictadura en vigor- llegaba a su objetivo de cumplir las exigencias impuestas por el régimen militar para la creación de un partido político.
 
En el momento más simbólico de aquella histórica tarde,  Apolônio de Carvalho, Mário Pedrosa y Sergio Buarque de Hollanda entraron abrazados al salón donde se realizaba la reunión de fundación formal del PT. Representaban décadas de militancia política e intelectual a favor de los trabajadores, y renovaban las esperanzas y expectativas de brasileros que apostaban en la creación de un importante instrumento de lucha para la emancipación de nuestro país y de nuestro pueblo.
 
De aquella fecha hasta los días de hoy, mucha cosa cambió en Brasil y en el propio PT.
 
A lo largo de la década del '80, el PT se afirmó como principal referencia partidaria junto a los militantes de los movimientos sociales, principalmente de los sectores identificados con la Central Única de los Trabajadores y el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, igualmente creados en aquella década. A partir de las elecciones municipales de 1988, especialmente con la victoria de Luiza Erundina para la prefeitura (alcaldía) de São Paulo, entre ellas (anteriormente, en 1985, Maria Luiza Fontenelle ya había sido electa como prefeita de Fortaleza), el PT comienza a trillar el delicado camino de procurar compatibilizar sus objetivos políticos con los límites de la institucionalidad vigente.
 
Con la derrota de Lula ante Collor, en las elecciones presidenciales de 1989, y el propio ascenso del proyecto neoliberal en el país, los movimientos sociales entran en una etapa de resistencia contra la nueva hegemonía que se expresa en la sociedad, con consecuencias importantes para la propia construcción política del PT.
 
Abreviado esa trayectoria petista, y después del período de contra-reformas de la era FHC (Fernando Henrique Cardoso), el PT que llega al gobierno federal en 2003 es completamente diferente de lo que se podría imaginar para un partido que se pautaba -en su fase de afirmación- por la defensa de una nueva ética en la práctica política y de transformaciones estructurales de la economía y de la sociedad brasilera.
 
Históricas banderas políticas del PT -como la reforma agraria, la reforma tributaria a favor del mundo del trabajo, la reforma urbana, la revisión de las delictivas privatizaciones de FHC, Itamar y Collor, el control democrático de las estatales o el cambio de modelo económico, a través de una nueva política macroeconómica- fueron abandonadas y sustituidas sin ceremonia en nombre de lo que se denominó gobernabilidad.
 
La justificación para tamaña metamorfosis fue alegando de que la correlación de fuerzas en la sociedad no permitía cambios sustantivos en el plano de la política y especialmente en la conducción de la política económica. La política de alianzas que lleva a Lula a la presidencia, también fue justificada como factor de impedimento para un programa de gobierno mínimamente reformista y de enfrentamiento a las contra-reformas del FHC.
 
En rigor, la correlación de fuerzas que fue sustancialmente alterada se dio dentro del propio PT. La subordinación del conjunto del partido -con honrosas excepciones- a las opciones y preferencias de Lula -con su innegable carisma, popularidad, y su cercanía a los más pobres, que se identificaban con el origen del ex-metalúrgico-, se tornó una regla.
 
En relación a la política de alianzas, yo mismo escuché del vice-presidente de Lula, José de Alencar, en un encuentro en el  Palacio Jaburú con representantes del Consejo Federal de Economía, que jamás había sido consultado -o siquiera informado anticipadamente- de las razones que llevaron a la cúpula petista a anunciar, en suelo norteamericano, con Lula a la cabeza, la nominación del ejecutivo financiero del  Bank of Boston, Henrique Meireles, como presidente del Banco Central.
 
Otra explicación o justificación que también se alegó, particularmente por sectores que todavía tienen el capricho de presentarse como fuerzas de izquierda que apoyan a los gobiernos petistas, es que estos serían "gobiernos en disputa".  Sea por espantosa ingenuidad o descarado oportunismo, la verdad es que, si hubo alguna disputa, en algún momento, en todas ellas perdió la izquierda. O, como recuerda siempre un amigo, la única disputa relevante que podemos apuntar en el ámbito del gobierno Lula, fue la disputa entre los grupos Bradesco e Itaú por el liderazgo del súper-lucrativo mercado bancario brasilero, todavía más privilegiado en el período pos-2002 que en la era FHC.
 
Todas estas consideraciones deben ser recordadas por la razón de que, en la misma semana en que el PT conmemora un año más de existencia, una nueva e inequívoca prueba de su total y radical viraje a la derecha ha sido confirmado. Me refiero al inicio del proceso de privatización de los principales y rentables aeropuertos brasileros. La entrega de los principales aeropuertos del país (servicio público esencial y factor de seguridad nacional) a la administración privada, y la operatividad de los mismos a empresas extranjeras, encarna de una vez por todas la naturaleza política de los gobiernos petistas pos-2002. 

Más patética de que la acción privatizadora en si, injustificable bajo todo punto de vista, fue el esfuerzo de dirigentes y  líderes petistas procurando negar cualquier semejanza con las privatizaciones de la era FHC. Alegando que las concesiones no significan privatizaciones, esas tristes figuras permitieron que ex-dirigentes tucanos salieran del ostracismo político para explicar que los servicios públicos, de hecho, no pueden ser privatizados como si fueran "una  Vale do Rio Doce". Por cuenta de un dispositivo constitucional, esos servicios deben ser ejecutados directamente por el Estado, o por concesiones a la iniciativa privada a través de contratos y por tiempo definido.
 
Parece que, en términos de privatización, los neo-petistas tienen mucho todavía que aprender de los carcomidos tucanos. De mi parte, espero que aquellos que todavía mantienen un mínimo de coherencia, entre los que todavía se consideran de izquierda, y que continúan aprisionados al PT y a sus gobiernos, rompan definitivamente con ese partido y con el actual gobierno.
 
A esos sectores, es importante recordarles que, luego de nueve años de gobiernos comandados por el PT, las tareas para construir un verdadero programa democrático-popular, conforme al ideario del finado y verdadero PT, son más complejas hoy de que en 2002.
 
El proceso de privatización y de apertura de nuestra economía a los capitales transnacionales es mucho más intenso y echó raíces de forma más profunda en el país. Tenemos, por tanto, mucho más trabajo por delante y nuestros adversarios están hoy mucho más fortalecidos. La economía brasilera se encuentra mucho más desnacionalizada, el Estado mucho más endeudado, y los movimientos sociales mucho más debilitados por la cooptación de sus dirigentes.
 
Basta de ilusiones. Es la hora de librarse de fantasías y mistificaciones.
 

* Paulo Passarinho es economista y presentador del programa de radio Faixa Livre.


Traducción de Correspondencia de Prensa

boletín solidario de información
Correspondencia de Prensa
12 de febrero 2012
Colectivo Militante - Agenda Radical
Montevideo - Uruguay
redacción y suscripciones: germain5@chasque.net 


O Partido dos Trabalhadores
Escrito por Paulo Passarinho   
Sexta, 10 de Fevereiro de 2012

 

http://www.correiocidadania.com.br/images/stories/manchetes/100212_pt_privatiza.jpgO Partido dos Trabalhadores completa, no dia 10 de fevereiro, 32 anos. Nesse dia, em 1980, no Colégio Sion, em São Paulo, o Movimento Pró-PT – reunindo os mais diferentes segmentos de trabalhadores, estudantes, intelectuais, comunidades eclesiais de base, lideranças combativas do movimento sindical e militantes de diversas organizações de esquerda, clandestinas, por força da ditadura em vigor – chegava ao seu objetivo de cumprir as exigências impostas pelo regime militar para a criação de um partido político.

 

No momento mais simbólico daquela histórica tarde, Apolônio de Carvalho, Mário Pedrosa e Sergio Buarque de Hollanda entraram de braços dados pelo salão onde se realizava a reunião de fundação formal do PT. Representavam décadas de militância política e intelectual a favor dos trabalhadores, e renovavam as esperanças e expectativas de brasileiros que apostavam na criação de mais um importante instrumento de luta para a emancipação de nosso país e de nosso povo.

 

Daquela data até os dias de hoje, muita coisa mudou no Brasil e no próprio PT.

 

Ao longo da década de 80, o PT se afirmou como a principal referência partidária junto aos militantes dos movimentos sociais, principalmente dos setores identificados com a Central Única dos Trabalhadores e o Movimento dos Trabalhadores Sem Terra, igualmente criados naquela década. A partir das eleições municipais de 1988, especialmente com a vitória de Luiza Erundina para a prefeitura de São Paulo, dentre outras (anteriormente, em 1985, Maria Luiza Fontenelle já havia sido eleita para a prefeitura de Fortaleza), o PT começa a trilhar o delicado caminho de procurar compatibilizar os seus objetivos políticos com os limites da institucionalidade vigente.

 

Com a derrota de Lula para Collor, nas eleições presidenciais de 1989, e a própria ascensão do projeto neoliberal no país, os movimentos sociais entram em compasso de resistência contra a nova hegemonia que se expressa na sociedade, com conseqüências importantes para a própria construção política do PT.

 

Abreviando essa trajetória petista, e após o período das contra-reformas da era FHC, o PT que chega ao governo federal em 2003 é completamente diferente do que se poderia imaginar para um partido que se pautava – na sua fase de afirmação – pela defesa de uma nova ética na prática política e de transformações estruturais da economia e da sociedade brasileiras.

 

Históricas bandeiras políticas do PT - como a reforma agrária, a reforma tributária a favor do mundo do trabalho, a reforma urbana, a revisão das criminosas privatizações de FHC, Itamar e Collor, o controle democrático das estatais ou a mudança do modelo econômico, através de uma nova política macroeconômica – foram abandonadas e substituídas sem cerimônia e em nome do que se denominou governabilidade.

 

A justificativa para tamanha metamorfose foi a alegação de que a correlação de forças na sociedade não permitiria mudanças substantivas no plano da política e especialmente na condução da política econômica. A política de alianças que leva Lula à presidência também foi alegada como fator de impedimento, para um programa de governo minimamente reformista e de contraposição às contra-reformas de FHC.

 

A rigor, a correlação de forças que foi substantivamente alterada se deu dentro do próprio PT. A submissão do conjunto do partido, com honrosas exceções, às opções e preferências de Lula – com seu inegável carisma, popularidade e apelo junto aos mais pobres, que se identificam com a origem do ex-metalúrgico – tornou-se uma regra.

 

Com relação à política de alianças, eu mesmo ouvi do vice-presidente de Lula, José de Alencar, em encontro no Palácio Jaburú com representantes do Conselho Federal de Economia, durante o primeiro mandato de ambos, que jamais foi consultado – ou mesmo informado de forma antecipada – das razões que levaram a cúpula petista a anunciar, em solo norte-americano, com Lula à frente, a nomeação do executivo financeiro do Bank of Boston, Henrique Meireles, para a presidência do Banco Central.

 

Outra explicação ou justificativa que também foi alegada, particularmente por setores que ainda têm o capricho de se apresentarem como forças de esquerda que apóiam os governos petistas, é que estes seriam “governos em disputa”. Seja por espantosa ingenuidade ou deslavado oportunismo, a verdade é que, se houve alguma disputa, em algum momento que seja, em todas elas a esquerda perdeu. Ou, conforme um amigo sempre lembra, a única disputa relevante que podemos apontar no âmbito do governo Lula foi a disputa entre os grupos Bradesco e Itaú pela liderança do super-lucrativo mercado bancário brasileiro, mais privilegiado ainda no período pós-2002 do que na era FHC.

 

Todas essas considerações devem ser lembradas pela razão de, na mesma semana em que o PT comemora mais um ano de sua existência, uma nova e inequívoca prova de sua total e radical guinada para a direita ter sido ratificada. Refiro-me ao início do processo da privatização dos principais e rentáveis aeroportos brasileiros. Serviço público essencial e fator de segurança nacional, a entrega dos principais aeroportos do país à administração privada, e a operação dos mesmos a empresas estrangeiras, escancara de uma vez por todas a natureza política dos governos pós-2002.

 

Mais patética do que a ação privatista em si, injustificável sob todos os pontos de vista, foi o esforço de dirigentes e líderes petistas procurando contestar qualquer semelhança com as privatizações da era FHC. Alegando que concessões não significam privatizações, essas tristes figuras ainda permitiram que ex-dirigentes tucanos se retirassem do ostracismo político em que se encontram para lhes explicar que serviços públicos, de fato, não podem ser privatizados, como se fossem “uma Vale do Rio Doce”. Por conta de dispositivo constitucional, esses serviços devem ser executados diretamente pelo Estado, ou por concessões a serem feitas à iniciativa privada, através de contratos, e por tempo definido.

 

Parece que, em termos de privatização, os neopetistas têm muito ainda a aprender com os carcomidos tucanos. Da minha parte, o que espero é que aqueles que ainda mantenham um mínimo de coerência, entre os que ainda se considerem de esquerda, e que continuam aprisionados ao PT e aos seus governos, rompam definitivamente com esse partido e com o atual governo.

 

A esses setores, é importante lembrar que, após mais de nove anos de governos comandados pelo PT, as tarefas para a construção de um verdadeiro programa democrático e popular - conforme o ideário do finado e verdadeiro PT - são mais complexas hoje do que em 2002.

 

O processo de privatização e de abertura de nossa economia aos capitais transnacionais é muito mais intenso e deitou raízes no país de forma muito mais profunda. Temos, portanto, muito mais trabalho pela frente e nossos adversários estão hoje muito mais fortalecidos. A economia brasileira encontra-se muito mais desnacionalizada, o Estado muito mais endividado e os movimentos sociais muito mais debilitados, pela cooptação de suas lideranças.

 

Chega de ilusões. É chegada a hora de se desfazer de fantasias e mistificações.

 

Paulo Passarinho é economista e apresentador do programa de rádio Faixa Livre.

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